Efecto Estocolmo

                                              Efecto Estocolmo


Personajes: Hiro Mizushima (Actor y modelo japonés).
UA: Ésta historia no tiene nada que ver con la realidad. 
Estado:  Semana Hiro Mizushima.


1. Primera parada:
Me sentía como si fuera una especie de criminal; sentada en mi asiento, comiéndome un bocadillo a escondidas de los demás pasajeros, bien pegada a la ventana y agachada, casi rozando con mi barbilla las rodillas. No necesitaba que nadie me dijera que era una aptitud absurda, ya que en un autobús no podía prohibir los alimentos, y menos si éste era de los de largo trayecto. Aunque sabía que no tenía peligro me acabé el bocadillo tan rápido como pude, bebí agua para pasar los trozos de pan, que se me atoraron en la garganta y me acomodé en el asiento. Suspiré tranquila y decidí disfrutar de mi trayecto hasta Nagoya, ahí me esperaba mi padre y su mujer, risueños y emocionados a que me fuera a pasar un verano con ellos. Pero yo, no estaba muy convencida de que ése sería un buen verano.



Llevábamos bastante tiempo de trayecto cuando el autobús se paró. Miré por la ventana algo adormilada, un grupo de personas con menos ropa que un bebé hacía fila para subir. Algunos de mis compañeros de viaje bufaron molestos, cuando los bienvenidos entraron y arruinaron la calma del ambiente. Los nuevos hablaban con voz potente, chillona y quizás algo molesta. Intenté volverme a dormir, puesto que sabía que nadie se sentaría a mi lado. Había sido lista y compré dos pasajes, uno al lado del otro, así que podía dormir comodamente sin ser molestada por ningún desconocido. Cerré los ojos para seguir con mi maravilloso sueño cuando note algo extraño en el ambiente; tres personas subieron de último, cada uno más raro que el otro, pero tan sólo observé a uno. Parecía bastante nervioso, se fregaba las manos una y otra vez, mientras miraba para atrás, como si alguien le estuviera persiguiendo...
Quizás era el aburrimiento o porque me aburría, pero me senté decentemente y le ofrecí el sitio contiguo al mio. Total su asiento no iba a ser mejor. Sonrió y se sentó, agradeciéndome el gesto y dejando su maleta negra y grande dentro del compartimiento para maletas. Segundos después suspiró más relajado y se quedó dormido. Bastante decepcionada por su falta de curiosidad me le quedé mirando, deseando que mi furia pudiera con el y no le dejara dormir...

  • ¿Qué quieres...?- preguntó cansado de mi mirada de basilisco.
  • ¿Por qué estás nervioso?- quise saber, sentándome a lo indio y esperando oír una emocionante historia de aventuras.

El hombre me miró como si estuviera loca, pero se lo perdonaba porque era bastante atractivo; alto, con el cabello marrón caoba, facciones delicadas y ojos oscuros. Divino, parecía un dios heleno. Sonreí poco dispuesta a ceder, el suspiró se acomodó al asiento y me contó una mentira. Sabía que era mentira, porque su indumentaria dejaba bastante claro que era un fugitivo junto a los otros dos...
Durante las tres siguientes paradas, me inventé ciento de historias que encajaran con el perfil de el; la primera era que huía de su casa porque le querían casar contra su voluntad, la segunda que dejaba un deuda enorme y no podía pagarla, la tercera y quizás la más acertada era que pensaba atracar el autobús, pedir un rescate por todos los pasajeros y forrarse. Reí para mis adentros, imaginándome el rostro preocupado de mi padre y su mujer, intentando encontrar los ahorros de toda su vida para salvarme la vida. La risa salió de mi boca despertando al desconocido que me miró intrigado. ¡Bien! Una muestra de humanidad. Celebré para mis adentros.
  • ¿De qué te ríes?- se estiró y sentó de forma correcta.
  • Soy Haru Yaotome, tengo veinte años y mi singo es piscis, ¡ah! Y soy AB positivo- me presenté orgullosa.
  • Me llamo Hiro y...-se dio cuenta de lo absurdo de todo- ¿Por qué me dices eso?- farfullo estresado- ¿Se puede saber de dónde has salido?¿del manicómio?
  • ¿En serio quieres saberlo?- le miré divertida.

Supongo que fue la presión que ejercía hacia el, pero terminamos jugando a cartas y me terminó contando su historia real. Para mi decepción no era ninguna de las opciones que había pensado, pero aún así, había algo que no me cuadraba. ¿Por qué un universitario de la todai huía? Le miré directamente deseando que me contara sus secretos, pero lo máximo que recibí es una mirada reprobatoria. Intenté concentrarme en el juego, pero cuando me quise dar cuenta ya estaba dormida...

Soñé que algo extraño ocurría en el autobús, y cuando me desperté sabía cuándo, cómo y dónde pasaría. 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Come Back!

Buscando al hombre perfecto. Cap.1

La Enfermedad del "Amor"