Miedo
Miedo
Personaje: Hiro Mizushima (actor).
UA: No tiene nada que ver con la realidad.
Estado: Semana Hiro Mizushima (One-Shot)
Personaje: Hiro Mizushima (actor).
UA: No tiene nada que ver con la realidad.
Estado: Semana Hiro Mizushima (One-Shot)
Cuando
eres un niño, te preparan para la vida adulta; te protegen y guían
por un camino, que a los ojos de cualquier menor, parece algo simple
e incluso aburrido. Pero cuando eres adulto, con responsabilidades y
personas a tu cargo, tan sólo deseas que una mano te guía hasta la
puerta y te diga “todo saldrá bien”.
En ese momento, él tan solo
quería que alguien le repitiera esas palabras, sujetando su mano y
aportándole fuerza, que en algún momento había perdido.
Las puertas se abrieron y la
oscuridad se hizo luz.
Aunque tenía los ojos
cerrados, sentía como los dedos finos y fríos de ella iban
recorriendo cada facción de su cara; imaginaba que su sonrisa pícara
le estaría iluminando el rostro y tan sólo quería que el
despertara. Y en cierto modo, también lo deseaba. Estiró los brazos
para atraparla sobre su pecho, besárla y sentir su cuerpo femenino
sobre el suyo. Los dos rieron ante el súbito gesto de su parte, pero
a pesar de que hacía calor y el tiempo apremiaba, ninguno dio ademán
de moverse.
- Buenos días...- susurró ella atrapada entre sus brazos sin dejar de reír.
- ¿Lo son?- abrió los ojos para ver como su rostro se arrugaba en una clara mueca molesta- ¡Perdón, perdón!- intentó disculparse sin soltara, aunque su pequeño cuerpo se escurría de su agarre- ¡Mia! No te enfades.
- ¡Idiota!
Desde
la cama veía como el pequeño cuerpo de su prometía se movía por
la habitación; su piel suave, tostada por el sol y el cabello largo
con tirabuzones. Era la típica mujer que daban ganas de proteger y
por primera vez en cinco años de relación, le daba la oportunidad
de hacerlo. Sonrió, se levantó totalmente en bolas y le abrazó por
la espalda, besando su cuello y haciendo que cada rincón de su
cuerpo se estremeciera. Rió cuando sintió que se rendía sobre el.
Tonto susurró a su
oído, le beso en los labios poniéndose de puntillas y se vistió,
dejándolo solo en la habitación.
El reloj de la pared,
parecía tener como propósito desquiciarlo totalmente; sus agujas se
reían de el, sin moverse y haciendo pequeños temblores para captar
su atención. Después de bastantes miradas amenazadoras, se subió a
una silla y lo quitó. Era una niñería, pero no necesitaba más
distracciones que las que tenía. La pantalla del ordenador estaba
encendida, con varios programas y cartas, necesitaba acabar todo eso
antes de las dos, y faltaba más de la mitad y eran las doce en
punto.
La
presión del tiempo, la lentitud del ordenador y los continuos gritos
de su jefe, hacían que perdiera la concentración y que la angustia
le cubriera todo el cuerpo. Durante el resto de la jornada, pensó
que no servía para nada, que era un fracasado y que no podría sacar
adelante a su tierna prometida. Ella necesitaba a alguien fuerte,
digno de estar a su lado... pero ¿Quién era el? Un simple
economista trabajando para una empresa de tercera. ¿Qué
ha visto ella en mi?¿Realmente está bien que la aparte del mercado?
Intentó apartar esas dudas negativas, pero cuanto más pasaba el
tiempo la incertidumbre iba creciendo.
El
camino a la iglesia fuera una tortura, sentía como cada poro de su
piel sudaba y como los músculos se le iban agarrotando poco a poco.
Ya en su cambiador pensó en huir, quizás era una tontería estar
ahí, quizás los dos aceptaron por la emoción del momento... La
imagen del rostro triste de Mia le torturo, pensó que su presencia
le haría infeliz, que su poca fuerza no bastaría y que su amor era
insuficiente. La angustia le comenzó a subir por el pecho,
impidiéndole respirar con tranquilidad, se miró en el espejo aún
sin vestir, sólo en la habitación...
- ¿Pero qué haces?- se regañó al ver a un hombre con expresión asustada, pálido y con el cabello marrón oscuro totalmente pegado a la cara.- ¡Tu no eres la novia!- gimió- ¡No eres la mujer!
Tan intranquilo como antes,
se desvistió y metió en la pequeña ducha que había en la
habitación. Dejó que el agua fría le refrescara y limpiara el
resto de sudor. Así estuvo hasta que tenía la yema de los dedos
totalmente arrugadas, sonrió al recordar la promesa que se habían
hecho tiempo atrás...
“Estaremos
juntos incluso cuando nuestras manos sean permanentemente así-
levanta la mano para que la vea arrugada por el agua- ¿Es una
promesa Hiro?- sonríe.
Es
una promesa, Mia- contesta.”
Ese recuerdo tierno le dio
las fuerzas para salir de la ducha, secar cada rincón de su cuerpo y
vestirse. Se miró al espejo por última vez, asintió al hombre
serio del reflejo y salió...
El pasillo de la iglesia era
corto, pero lo suficientemente alargado para un novio nervioso.
Miraba con ojos emocionados como la figura de un ángel se iba
acercando a el, con una sonrisa delicada y una postura relajada. La
criatura divina llegó a su lado, sujetó sus manos y las apretó con
ternura. No hubo más palabras que las del cura; un hombre gordo,
calvo y con expresión aburrida. Éste habló, pero a Hiro no le
importo; no podía encontrar criatura más preciosa en el mundo, como
la que tenía adelante...
- Estoy aterrado, tengo miedo y preocupaciones...- comenzó a hablar interrumpiendo al cura, y asustando al público y a la novia- siento que no soy lo suficientemente fuerte para ti, que no te daré todo lo que mereces...-las manos de ella temblaron sobre las suyas, y vio como sus ojos claros comenzaban a inundarse de lágrimas- pero... prometo esforzarme, crecer a tu lado y protegerte de todo aquello que pueda hacerte sufrir. Te regalo mis sueños y te aporto mi fuerza... para que nunca llores y te sientas sola... porque te quiero, y tu eres la magia que necesita mi vida.
Un pequeño gemido salió de
los labios de Mia, seguido de una cascada de lágrimas y
abalanzándose a el.. Nadie intervino, el cura se quedó callado sin
saber como continuar la misa, pero al ver el momento y que los actos
hablaban por si mismos, sonrió y abandonó el altar. Los novios se
miraron, sonriendo y expresando en silencio los cientos de
pensamientos que tenían, los sentimientos y las ambiciones de futuro
que querían. Con ese mismo silencio colocaron las alianzas en sus
dedos, y cuando estaban enlazados se besaron...
Nunca explican como será la
vida, no advierten de los acontecimientos que pueden ocurrir y mucho
menos, te preparan para sentir lo que vas a sentir, pero entre tanto
cáos y tanta incertidumbre, siempre se encuentra a esa persona que
te sujeta la mano y a pesar, de que los dos están igual de perdidos,
hacen del camino menos complicado... y el la había encontrado.
Sonrieron y comenzaron su
nuevo trayecto; incierto y diferente, pero como al
principio...juntos.
Me has hecho llorar... ¡Qué angustia!
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