Infiltrados: Cuatro (Final)

¡Hola!
Lamento estar tan out de las historias, pero he tenido un bloqueo un tanto profundo además de ciertas cosas que si lees mi blog personal ya sabrás porque es... de todas formas ¡ya he vuelto!
Tocaba acabar esta historia ya, porque como bien sabes (y si no ahora lo sabrás) no me gusta mucho escribir sobre policías, pero bueno como ésta historia formaba parte de un reto, pues la he extendido lo máximo que he podido, espero que te haya gustado tanto como a mi escribirla. Ahora... ¡a leer!


Cuatro:

Las instrucciones que le habían dado eran muy claras. No podía incumplirlas o podría en riesgo toda la misión, pero aceptar aquello sin replicar era como estar quemándose sin gritar. Era un sin sentido. Había estado viviendo en ese lugar durante más de dos meses, se conocía todos los apartamentos como la palma de su mano, debería ser ella quien entrara y sacara todo, no una persona externa. ¿Por qué no le dejaban hacer algo más? Su misión tan sólo era abrir todas las ventanas y encerrarse en una habitación, porque cuando los demás entraran en acción ella se debería mantener al margen. Algo que no estaba del todo de acuerdo. No se había infiltrado para estar escondida, no cuando habían bastantes papeles para que hicieran daño a sus amigas. Sí, porque todas esas mujeres se habían convertido casi sin darse cuenta en sus amigas, incluso en su familia. Simplemente no podía dejarlas indefensas, por eso, a pesar de ir contra las instrucciones se había puesto en contacto con Killian, le había rogado que encontrara un equipo de ayuda para mujeres que habían sido víctimas de tráfico sexual y que le asegurara que serían protegidas. Porque estaba convencida de que cuando ese recinto se llenara de humo, el capo de la mafia llamaría a sus aliados y se pondrían manos a la obra para recoger a todas las prostitutas que estaban repartidas por toda la ciudad. Era algo obvio para ella, pero sabía que sus superiores no contaban con ello.


La hora planeada estaba llegando. A pesar de que sus compañeras recién llegaban de su jornada ellas les pidió que se reunieran en su habitación. Más de una puso mala cara, pero tampoco se pudieron negar. En todo ese tiempo les había estado dando su dinero para que pudieran pagar sus deudas con los jefes, además de comprar cosas para ellas mismas y las que tenían hijos, podían comprar material escolar y según que detalles en las fechas especiales. Precisamente por ese tipo de ayuda, ninguna se había negado a no ir. Cuando estaban todas apretadas en su habitación, con voz calmada les explicó quien era y que pasaría a continuación, por eso le pidió a cada una que escribieran los nombres de las compañeras que no vivían en ese apartamento y que pusieran al lado un número para contactarlas. Al principio se mostraron algo reacias a hacerlo, pero al escuchar como se aproximaba un coche policía no dudaron mucho más. Mientras ellas escribían salió de la habitación y comenzó abrir las ventanas, a dejar algunas puertas abiertas y corrió hasta entrar en el despacho del jefe del apartamento, éste no se encontraba por lo que aprovechó y registró todos los cajones hasta encontrar algunas fotos de posibles chicas. Días atrás ya había estado investigando ese lugar, necesitaba más pruebas para empapelarlo, no sólo por prostitución de mujeres y niñas, sino por contrabando de armas, drogas y algo recientemente, recaptación de nuevas mujeres en países extranjeros. Y en esa carpeta estaba todo. Sonrió triunfal y salió corriendo al momento que una bomba de humo la golpeó en la caza. El impacto fue tan fuerte que calló al suelo, quiso levantarse pero el humo comenzó a salir de la diminuta esfera. Se quedo tirada cuando escucho como alguien bajaba las escaleras corriendo, gritaba instrucciones y comprendió que el jefe había vuelto justo en el momento que sus compañeros habían comenzado la redada. Quiso sentirse tranquila, pero el golpe comenzaba a afectarle en la cabeza y el humo se le metía en los pulmones. Poco a poco iba perdiendo la conciencia y al mismo tiempo el control de la situación.

Al recuperar la consciencia no se encontraba tirada en el suelo de la casa de prostitutas, estaba en una cama de hospital, con una vía clavada en su brazo y un fuerte dolor en el pecho. Se notaba los pulmones a carne viva y la garganta le ardía. Aquella sensación de malestar no le gustó mucho y tampoco el hecho de no entender lo que había pasado. Cuando abrió los ojos Killian estaba a su lado, sujetándole de la mano y con una sonrisa tranquila al verla despierta.

- Que susto me has dado, nena.- murmuró él con voz grave mientras le abrazaba y le daba un profundo beso.- Pensé que moría cuando uno de los agentes te sacó inconsciente.

- ¿Sacarme?- poco a poco fue recuperando pequeños fragmentos de lo ocurrido.- ¿Y la chicas?¿y los papeles?- preguntó con la voz ronca.

- Tranquila. -le tranquilizó mientras le recostaba de nuevo en la cama.- Están todas bien, los hemos empapelado. - sonrió con suficiencia.- Has hecho un gran trabajo.

Aunque valoraba mucho la opinión de su marido no sintió aquella sensación de satisfacción, tampoco cuando horas después le vino a visitar toda la división y la felicitaron, al igual que cuando entró Mael con un ramo de flores acompañado de un superior. En ningún momento se sintió satisfecha cuando la halagaban por su trabajo, tampoco se molestó cuando la regañaron por no obedecer las órdenes. No sintió nada. Absolutamente nada.

Estuvo ingresada dos días en el hospital, después le dieron el alta y le ordenaron que se tomara una semana de descanso antes de volver a integrarse al trabajo. Esos días junto a su marido, sintiendo sus caricias, sus besos y su amor comprendió algo que jamás creyó poder decir.

- No quiero volver a tener una misión de ese rango.- soltó delante de Mael y un sorprendido Killian.

No había renunciado a su trabajo como agente especial, pero prefería quedarse a salvo, en un recinto cerrado y protegido. No estaba preparada para enfrentarse a ese mundo tan macabro, y quizás lo que le había hecho tomar la decisión había sido que no habían tenido en consideración sus peticiones. Es verdad que ayudaron a las chicas, pero ninguna de ellas seguían a salvo, lo sabía porque aunque capturaron a varios de lo hombres encargados de las viviendas, no habrían capturado al jefe y mientras ese hombre estuviera suelto, sus amigas estarían en peligro. Por eso había decidido trabajar desde dentro de la oficina, buscando información, recopilando datos y haciendo que los demás hicieran el trabajo sucio, porque después de todo ella ya conocía la manera de pensar de ese sujeto, no necesitaba estar en campo para ser igual o más importante en la agencia. Después de todo ella había demostrado que sabiendo papeleo , se podría saber todo.

Sonrió satisfecha cuando salió del despacho. Sintió la mano de Killian en la suya, ambos se miraron y se besaron. Fue un beso dulce, cálido y sin ningún miedo. No sólo había demostrado ser una buena agente, sino su atractivo marido había demostrado que no por estar casados iban a ser peores que los demás. Ya nadie podría decir nada de su relación, ni sus compañeros ni sus jefes. Habían pasado la prueba, quizás no juntos. Pero la habían pasado.

Comentarios

  1. La verdad, esperaba ver repartir un par de golpes, especialmente a Killian, ansiaba verlo en pelea xD Aunque me gustó mucho el final y la resolución que tuvo.

    Ha sido muy tierno el final, aunque no me esperaba que ella termine por dejar las misiones de ese rango, fue toda una sorpresa realmente XD

    ¡Cuidate!

    Bye!

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    Respuestas
    1. Hombre quizás le podía haber metido más acción, pero soy bastante mala para eso, se me estaban acabando las ideas xD
      Pero me alegro que te haya parecido tierno el final.
      ¡Cuídate!

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