Princesa: Capítulo 4
Capítulo 4:
Nunca se había considerado una persona
de relaciones largas. A decir verdad en el momento que veía que la
otra persona quería más, solía salir corriendo. Literalmente. Se
cambiaba de móvil y de casa. O al menos el tiempo suficiente para
que el susodicho se diera por vencido y abandonara la isla. Que era
lo que solía pasar. Nadie luchaba por ella, aunque tampoco es que lo
quisiera. Se consideraba una persona libre, sin restricciones
sociales y mucho menos quería estar encadenada con nadie, no cuando
todavía tenía mucho que experimentar y sentir. Así que, cuando su
príncipe le pidió una relación formal se lo pensó. Sabía lo que
suponía aceptar estar con alguien de la realeza. Era historiadora y
sabía que la familia real tenía libros de ochocientas páginas de
protocolos y reglas, que honestamente no sabía si quería cumplir.
Pero sentada delante de Cosimo, mientras le sujetaba la mano y le
clavaba esa mirada oscura, no estaba segura si rechazarlo. Después
de todo creía en la magia de Venecia, y esa misma esencia les había
unido, quizás era algo que debía pensar.
Sonrió y apretó la mano de Cosimo y
aceptó. Ya tendría tiempo de arrepentirse después.
Desde el momento que dio el si, supo
que mantener una relación con él iba a ser difícil. Era un
príncipe con muchas tareas sociales, y no iban a tener un noviazgo
propio. Pero aún así, sabiendo lo mucho que sufriría aceptó. Él
vivía en Milán, por lo que se veían obligados a estar viajando uno
y el otro para verse. A veces, se encontraban en Verona o en Nápoles,
cambiando el escenario y viviendo preciosas aventuras de amor. A
pesar de que las ausencias entre ellos eran largas, cuando se reunían
y se mezclaban en abrazos y besos, entendían que si la recompensa
era eso, podrían vivir siempre así. Aunque su sentido común le
decía que las relaciones a distancia no funcionaban, ella se
prometió confiar en él. Ningún otro chico le gustaba, por lo que
se podía concentrar en su trabajo y cuando no estaba inmersa en al
historia de su tierra, se divertía hablando con sus amigas e
investigando sobre su familia política. Pronto comprendió que ese
estado de felicidad permanente y resignación no duraría
eternamente. El año juntos llegó, pero no pudieron celebrarlo
juntos. Cada uno en su cama, bebiendo una copa de vino y mirándose a
los ojos a través de una pantalla de ordenador. Más de una vez el
se disculpaba por no pasar tiempo con ella en las fiestas especiales,
pero Gia sólo sonreía y le decía que estaba bien. Luego, cuando
apagaba el portátil se echaba a llorar, abrazada a su almohada y
ocultando los sollozos. Las paredes eran de papel, por lo que sabía
que sus vecinos avariciosos de chismes pondrían la oreja. El rumor
de que ellos estaban juntos no era una mentira, más de una vez la
noticia se presentó en Venecia, deseosas de entrevistar a la futura
princesa, pero siempre terminaban echados por algún vecino amigo o
incluso, por el propio Roberto, que por órdenes de Cosimo se había
instalado en la isla para protegerla. Con el tiempo, terminó
cogiéndole cariño a ese gran y silencioso hombre, era la única
prueba que su historia iba por buen camino.
- Pronto vendrá a verla.- le aseguraba una vez a la semana. Aunque esa misma frase se repetía al día una o dos veces, cuando ella se abrazaba a él llorando a moco.
El día anterior al recuentro era el
peor. La noche pasaba larga y hasta que él no aparecía en el marco
de la puerta, las horas previas se hacía eternas. Nunca solían
hablar cuando aparecía, se abrazaban en silencio y luego hacía en
el amor apasionadamente, después de demostrar su necesidad física
comenzaba la charla. Muchas veces eran temas políticos, familiares o
sobre el trayecto, otras tan solo de como habían pasado los días y
muy escasamente y poco frecuente, hablaban de como solucionar ese
continuo estado de ausencia. A ella se le pasaban muchas ideas, irse
a vivir a Milan o que el se estableciera en Venecia, o buscar un
punto en conjunto y vivir ahí. Juntos. Una pareja de hecho. Pero
nunca llegaba realmente a decirlo, sabía que compartir casa era
previo a casarse y formar una familia. En situaciones normales ese
hecho la aterraría, pero en su situación era lo más sensato que
podía pensar. Después de todo, él era príncipe y estaba segura
que buscaba princesa para el resto de su vida. Aunque ella jamás se
había sentido como tal, desde que había comenzado su relación
amorosa con él, la idea de pasear en un palacio, viajar en nombre
del país y estudiar protocolo tampoco le importó. Era cierto que le
aterraba y estaba completamente segura que sería un infierno, pero
no tanto como pasar días y meses esperando que el trabajo permitiera
que su enamorado pudiera llamarle. Confiaba en él y no dudaba de su
fidelidad, por eso, cuando volvía y le mostraba todo su amor, sabía
que podría arriesgar todo por él. Podría cambiar su vida por él,
después de todo en cierto modo el príncipe de Saboya lo hacía por
ella.
- Cásate conmigo Gia.- le susurró un día en la cama, pasando sus dedos por la espalda desnuda de ella y besándola en la coronilla.- Sé mi princesa legal.
- Está bien.- aceptó mientras le besaba y volvían a hacer el amor, ésta vez más intenso y poniendo más energía de la necesaria.
Abandonar Venecia le costó menos de lo
esperado. Había soñado que aquel día estaría rota de dolor,
llorando por la idea de separarse de sus seres queridos o incluso
algo insegura por el provenir, pero subida a la barca y viendo como
sus amigos se despedían tan solo sentía una gran tranquilidad.
Había crecido y protegido ese lugar, había dejado parte de su alma
en aquellas calles e imaginado años futuros por la plaza, pero nunca
antes había creído tener la necesidad de marcharse, hasta que
apareció él, desmoronándole su pequeño mundo y ofreciéndole una
oportunidad nunca antes vista. Era historiadora, podía viajar y
conocer lugar, pero esa pequeña isla le había encadenado... aunque
quizás, ahora se estaba encadenado a algo mucho más permanente y
peligroso.
Awww ¡al fin se van a casar esos dos! A ver qué les depara la vida juntos ahora <3 simplemente, pensé que Gia iba a pedirle vivir en Venecia, pero se fue nomás D:
ResponderEliminar¡Cuidate!
Bye!
¡Si! Por el amor se hace tonterías... aunque yo no sé si las haría.
Eliminar:D