Una luna para dos: 6. Malos hábitos.

6. Malos hábitos:

En los últimos años había cogido la mala costumbre de pasar las penas con alcohol. Siempre terminaba en un bar, bebiendo más cervezas de las que mis riñones podrían soportar y retozando con un hombre que no debía tocar. El primer motivo, por ética y el segundo porque era en cierto modo desagradable. Un gay por muy borracho que fuera, siempre sería gay. Y no lo entendí hasta que Sam y Niel decidieron renovar sus votos y hablar sinceramente. Temí que Sam le dijera algo sobre nuestros encuentros sexuales, pero se limito a decirle que se había acostado con otra persona. Por parte de Niel tan sólo lo aceptó y asumió parte de culpa. Después de aquello ambos parecían una pareja recién casadas. A pesar de que me alegraba por ellos, hablando objetivamente daban asco. Y para mi corazón alcoholizado no era bueno.

El bar de Hao estaba abierto, se oía música y muchas risas. Tenía la intención de entrar, beber hasta olvidar y seguir pasando mi amarga vida, pero al recordar el último día que estuve ahí, lo rechacé. No tenía intención de encontrarme con Will otra vez. Principalmente porque me había escapado de su casa días atrás y había amenazado a Hao para que no le diera mi número. Así que debía mantenerme alejada de la escena del crimen, aunque ello supusiera pasar una noche sobria con mi dolor.

La casa olía a suciedad, humedad y algunos olores que no supe descifrar. Sabía que debía pasar el duelo y ponerme manos a la obra. Había decidido cambiar para bien o para mal, pero con el primer conflicto con Will me encontraba en la misma situación que al principio.

- ¿Y por qué no te mudas?- me comentó mi madre por teléfono.- Hija, ya se que te gusta mucho ese hospital y ese barrio, pero si estás tan mal. ¿Por qué no lo haces?

Al colgar el teléfono las palabras de mi madre comenzaron a resonar por mi cerebro. Caminé hasta el portátil y lo abrí para luego ir al correo y encontrarme varias nuevas ofertas de trabajo. Tomé aire y acepté para ir a todas las entrevistas. Ya había dado el primer paso.


El Hospital ST. James era grande, de un color blanco y azul apagado, todo el personal parecía demasiado feliz y los pacientes caminaban por los pasillos con normalidad. Más que otra cosa, comencé a fantasear como sería mi vida si comenzaba a trabajar ahí. Y por lo que llevaba de sueño no me importaba. Había encontrado un apartamento más pequeño que grande muy cerca del Hospital, que estaba a buen precio y si me aceptaban ahí, podría mudarme enseguida. Crucé los dedos para que todo fuera bien.

Una enfermera con aspecto amable me llamó para que entrara con el jefe. Cogí mi bolso y con el corazón a mil entré al despacho. Todo estaba decorado de un tono roza palo, olor floral y toque demasiado femenino para la voz masculina y llena de testosterona que me habló al entrar.

- Nos volvemos a ver Aria...

La voz de Will me atravesó todo el tímpano y llegó hasta rincones íntimos de mi cuerpo. Cerré las piernas y cuando lo miré, evité parecer sorprendida. Le salude con un movimiento de cabeza y me senté delante de él.

Sin decir mucho comenzó a leer mi curriculum con aire distraído, mientras de vez en cuando me enviaba alguna sonrisa divertida. Estuve tentada en girar la cara indignada pero me contuve. Will era médico y posiblemente, si me aceptaban mi jefe. Tragué saliva. No sabía si quería que me contrataran.

- Mañana empiezas ¿de acuerdo?- me mira y me entrega un contrato.- Léelo y me dices si te parece bien. Te pagaré el doble que en tu otro hospital, y tendrás más tiempo libre.

Por primera vez en mi vida, maldije los efectos del alcohol. Desde que tenía mayor, el alcohol solo me hacía tener buenos momentos con Sam, pero cuando el alcohol iba ligado a Will parecía todo lo contrario. Aún no había recordado lo que le había dicho, y lo que más rabia me daba es que creía que no quería recordarlo. Posiblemente porque con eso acabaría con el poco orgullo que me quedaba.

Bufé, sujeté el contrato y lo leí de arriba a abajo. Su contenido me gustó por lo que no tarde en firmarlo y estrecharle la mano. Grave error. Todo mi cuerpo tembló y el suyo también. Me miró a los ojos, aún con mi mano sujeta, mientras se levantaba del asiento y caminaba hacia mi dirección...

En poco tiempo sentía la fría puerta en mi espalda y sus labios recorriendo mi cuello. Quise negarme, moverme y alejarme de la tentación, pero cuando más me besaba más ganas tenía que siguiera. Despegó sus labios de mi clavícula y se separó de mi. Sonrió, me besó en los labios y antes de que me diera cuenta, estaba sentado en su silla señorial con una sonrisa de pura autosuficiencia.

- Nos vemos mañana, Señorita Andrews.

Lo mataré. Juró que lo haré. Con las piernas temblando me separé de la puerta y salí del despacho. Sentía que todo mi cuerpo ardía y supe que ni con el mejor vibrador podría quitarme el calenton.

Comentarios

  1. ¿No es Macbeth Aria? En uno de los capítulos anteriores, estoy segura de haberlo leído y aquí, me quedé en nada XD

    Me ha gustado la participación de Will. Promete el próximo capítulo.

    ¡Te cuidas!

    Bye!

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Come Back!

Buscando al hombre perfecto. Cap.1

La enfermedad del "amor": Capítulo 2