Una llamada: Capítulo final.
- Sonido:
Su sonrisa se extendió por
su rostro, iluminándole esa mirada oscura y mostrando en la pupila
de sus ojos un brillo de ilusión. Caroline le extendió la mano y le
cogió la suya, con movimientos suaves la apretó contra su pecho y
comenzaron a danzar totalmente solos en la pista.
La música repicaba por las
paredes, sus pasos hacían eco y a medida que sus cuerpos se iban
rozando los jadeos iban ahogando los demás sonidos... Sus pieles se
tocaban, tenías las manos juntas mientras sus labios comían del
otro, rozando sus piernas y sintiendo el genital del otro muy dentro
de cada uno...
El suelo del gimnasio era muy
grande, alto y hondo, pensó una forma de decorarlo cuando cayó
exhausta al lado de Klaus, totalmente desnuda y con la respiración
entrecortada. Río llena de placer y se alegró que hubieran quitado
la absurda cámara de vigilancia de esa parte del instituto. Escuchó
como Klaus giraba sobre su cuerpo y la miraba, le pasó la mano por
la mejilla y le dio un dulce beso en los labios ¿Se va a ir?
Se preguntó para ella, angustiada y con un nudo en la garganta.
- Quédate conmigo...- pidió Klaus con voz suave y llena de sentimientos.
Hacía tiempo que había
olvidado la existencia de ese pequeño móvil en el cajón. Se había
comprado otro, uno más moderno y quizás menos cargado de
sentimientos que la angustiaban. Miró al cajón una última vez
antes de salir de su habitación.
En la cocina estaba Elena,
revolviendo su café con expresión preocupada, una parte de ella
quería preguntarle el motivo de su tristeza, pero por otra parte no
quería ser partícipe de la infelicidad de nadie más, ya tenía
suficiente con la suya además teniendo en cuenta que la graduación
estaba al caer... no podía simplemente derrumbarse por nadie. Ni si
quiera por el hombre que la esperaba, cruzado de brazos y una sonrisa
pícara en el rostro...
- Buenos días, Caroline.- su voz sonó aterciopelada y con cierto ronroneo.
- Klaus...-contestó ella intentando ocultar una sonrisa.
- ¿Puedo acompañarte algún lugar?- su sonrisa se mantenía, impecable y hermosa.
Asintió mientras el le abría
la puerta del coche y esperaba a que se sentara, cuando tomó asiento
y se ató al cinturón el entró y arrancó. Durante el trayecto al
instituto no se dijeron nada, aunque tampoco había muchas cosas que
decir...
Desde el día del gimnasio
entre ambos había nacido algo más que sexual, prácticamente se
veían cada día, pasaban agradables veladas conversando y opinando
sobre las posibles universidades o vestidos. En cierto modo, parecían
novios sin llegar a serlo. Caroline sonrió ante tal pensamiento.
Disimuladamente le miró y comprobó con admiración que ese día
Klaus estaba especialmente radiante...
El coche se detuvo en la
puerta del instituto, y antes de que pudiera salir, el le sujetó la
mano y le beso el dorso, con cuidado y tan sólo dejando que la
quemazón del deseo le subiera por el brazo y se le amontonara en las
mejillas. Sonrió complacido ante la reacción de ella y en un suave
adiós esperó a que saliera.
Al ver como el coche se
alejaba sintió una especie de angustia, todas sus preocupaciones se
habían borrado y lo único que tenía en la mente, era que debía
contestar a esa petición de Niklaus Michaelson...
El instituto estaba en
silencio, una vez más se había quedado hasta tarde para terminar
todos los preparativos. Faltaban menos de dos días para la
graduación, había logrado pasar todos los exámenes con buenas
notas y tan sólo esperaba que le aceptaran en la universidad que
había optado. No quería irse muy lejos de Mystic Falls, pero en los
últimos tiempos con Klaus rodeándole, insistiéndole en conocer
mundo...
- El techo es grande...-susurró y sonrió al recordar la noche que pasaron juntos.
Imaginó como sería su vida
si se quedaba ahí; esperando una llamada que nunca llegaría,
pasando el tiempo y mirando un aparato que llevaba tiempo sin
funcionar. Y aunque le llamara...¿todo seguiría igual? Taylor se
fue, sin despedirse, simplemente se fue. ¿Debía ella seguir
esperándole? Frunció el ceño y pasó su atención en imaginarse su
vida con Klaus... era malo, era el enemigo de sus amigos, había
causado daños, pero aún así... sentía que tenía algo en común
con el, algo que le atraía y le volvía loca. Le hacía entender
partes de su propio cuerpo que ni ella misma entendía.
El ruido de unos pasos
acercarse le rompieron de su ensoñación, se levantó del suelo y
miró a la puerta esperando a que entrara el intruso. La puerta se
abrió, y con un aspecto divertido y sumamente feliz apareció
Klaus...
- Quiero hacerte feliz...-sonrió y al momento ese móvil sonó.- Así que...solo sé feliz.
El móvil seguía sonando en
su bolso, no entendía como había llegado ahí, y recordó el rostro
feliz de Klaus, una idea algo absurda le subió a la cabeza y no le
gustó. Antes de poder decir nada, el susodicho ya no estaba. Se
encontraba sola, en el gimnasio con la llamada que había esperado
durante tanto tiempo, y viendo como se alejaba la persona que le
traía vientos frescos..
Sacó el móvil, lo miró y
luego miró a la puerta. Realmente ya había tomado la decisión,
seguramente su corazón la había tomado mucho antes que su cerebro,
pero ya en ese entonces, lo tenía hecho. Sonrió y volvió a dejar
el móvil en el bolso y salió corriendo hacia él.
ohhh… SIn comentarios,mas,mas...
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