Perche ti amo: Final.

Capítulo 10:
Durante toda su vida había estado huyendo de los problemas, poniendo pequeñas barreras para retrasar el momento de enfrentarlos. Pero sentada en su habitación escuchando como las risas y las conversaciones fluían por el jardín de su casa, sentía que si seguía con esa mentalidad jamás progresaría. Se quedaría en el mismo lugar que años atrás. Seguiría siendo aquella niña encerrada en el armario de su casa, tapándose los oídos esperando que sus padres pararan de gritar. En ese momento, donde sus pasados se unían sabía que no podía echar la mirada para otro lado y seguir viviendo. Sencillamente ya no podía huir. Ni de ella y ni de sus sentimientos.

El jardín estaba repleto de rostros conocidos. Todos giraban para saludarla, para estrecharle la mano y desearle lo mejores deseos. A pesar de que se detenía para saludarlos a cada uno de ellos, sus ojos tan sólo podían buscar a unos. No estaba del todo segura si él iba a estar, pero estaba plenamente convencida que su mejor amiga jamás le dejaría plantada en una fiesta donde ella no quería estar.
Después de saltar unos cuantos saludos, brindar entre risas y abrazar a desconocidos, llegó hasta la parte más apartada del lugar. Sentados uno al lado de otro, cogidos de la mano y con una expresión relajada se encontraban las dos personas más importantes de su vida. Desde el primer día que había aceptado que Itachi y ella jamás tendrían un final, vivía asustada esperando el día que ella debía acompañar a su mejor amiga al altar. Y para su desgracia, sabía que no estaba lejos.
Sakura al verla sonrió, estiró la mano y le invitó a unirse. Algo sorprendida, vio como él le daba un dulce beso en la mejilla y se alejaba, dándole un momento de intimidad a las amigas. Sólo fue un momento cuando se cruzaron, pero sentía como sus cuerpos se llamaban y como sus corazones sufrían por la distancia. Cerró las manos a cada lado de su vestido y se acercó hasta donde se encontraba su amiga, que con un cálido abrazo le comenzó a regañar por haberse marchado sin decirle nada. A pesar de que de aquello había pasado más de un año, seguía regañándola siempre que podía. Ella tan sólo sonrió y esperó a que su amiga dejara de hablar. Después de un minuto incómodo, le sujetó de la mano y le miró con esos ojos claros y felices.

  • Sé que no he sido del todo sincera contigo, Hinata.- susurró la amiga, mientras le estrechaba las manos con fuerza.- Al igual que sé que tú tampoco lo has sido conmigo. - ella no dijo nada. Tan sólo bajó la cabeza y esperó a que prosiguiera, después de todo no podía decirle que se había acostado con su prometido. Eso era un tema clausurado.- pero quiero pedirte un favor.

Antes de escuchar lo que le iba a pedir ya había aceptado. En cierto modo quería hacer todo lo posible para hacer feliz a su amiga. Sentía que se lo debía, después de todo ella había hecho lo imposible para hacerla sentir parte de algo y haría lo posible para que pudiera comenzar a formar su familia. Aunque con ello sacrificara parte de su corazón y su alma. A veces un sacrificio así hacía que te ganaras el cielo, precisamente por eso lo había hecho.

Al día siguiente de la fiesta había recibido un correo con todas las cosas que debía hacer. Para su amargura en ella, tan sólo había instrucciones para ir de compras y elegir cosas que hasta que no estaba delante de ellas no sabía para que eran.
Antes de salir, imprimió todas las hojas y llamó a su amiga, deseando que le diera algún tipo de color en especial, pero tan sólo con voz rápida Sakura le había dejado a ella la elección. No sólo del color, sino de la forma. Colgó la llamada, con el bolso bien atado y con una extraña sensación en el estómago salió a elegir las cosas para la boda de su mejor amiga.
A medida que iba pasando el día, se daba cuenta que había aceptado ser la dama de honor, pero para su horror nadie más que ella había sido convocada para esa horrible misión. Nunca le había gustado comprar, pero por su amiga ella era capaz de tragarse su orgullo y desagrado, pero tener que elegir el pastel que iba a comer en su boda, o que tipo de servilletas quería, superaba lo que era su límite. Al caer la noche, no tan sólo tenía los pies rotos sino el corazón. Durante todo el trayecto se había estado imaginando la expresión de su amiga y de él y eso tan sólo le hacía tener la oscura fantasía que esa boda no se llegara a cumplir. Cuando cerró los ojos en su cama, solo deseó que no hubieran más listas por hacer. Pero cuando el móvil le alertó que había otro correó no tuvo que ser muy inteligente para saber que ahí había otro encargo más. Esa noche durmió entre lágrimas y agobiantes pesadillas.

La semana había pasado para su alivio más rápido de lo que había imaginado. Las tareas de dama de honor la tenían tan ocupada, que prácticamente dejaba de contar las horas y cuando llegaba a casa tan sólo debía dormir. Fue precisamente esa intensidad de semana que no le hizo darse cuenta de lo que estaba apunto de ocurrir. Quizás a ojos de un extraño era algo tan obvio que dolía, pero para su corazón herido y resignado no lo veía claro. Y cuando lo supo, directamente no pudo hacer nada para evitarlo...

La iglesia elegida era pequeña, sólo podían entrar menos de cien personas y la decoración era tan sencilla que parecía que ahí no se celebraba nada. Las sillas estaban envueltas en unos pequeños lazos blancos, mientras que en el pasillos descansaban en el suelo unas hileras de globos lilas. Las columnas estaban decoradas con lazos lilas y la música de fondo era la dulce melodía del Canon de Pachelbel. Una canción tan típica que algunos invitados se dormían sentados en la sillas.
En la sala de la novia, se encontraba Sakura sentada frente al espejo tan sólo con la ropa interior y mirando de forma distraída a su reflejo. No muy lejos estaba Hinata, observando como el vestido que la novia había elegido se agradaba en la zona de los pechos. Quiso comentarle ese fallo, pero desde que la conocía sabía el complejo que tenía sobre ello, por lo que adivinó que utilizaría unos sujetadores con relleno. Aunque era un relleno bastante exagerado, pero se limitó a callar. Después de todo el quien se llevaría el disgusto en la noche de bodas no sería ella. La voz malvada de su interior celebraba eso. Dibujó una sonrisa y se acercó a su amiga, que seguía sin decirle nada...

  • Seguro que será una boda maravillosa, así que comienza a vestirte. - le dice con voz tranquila.
  • Todavía no, van a venir unos estilistas a ayudarme. ¿No te molesta no, Hinata?- le mira con cierta culpabilidad en los ojos.- Se que querías ayudarme, pero honestamente creo que tú estás más nerviosa que yo. - ríe.

Como era una verdad absoluta, tan sólo se hundió de hombros y esperó a que los estilistas llegaran. Oía como la iglesia se iba llenando de gente, pero las dos seguían solas en la habitación. De golpe Sakura se levantó, se colocó una bata sobre el cuerpo y salió alegando que tenía calor y se sentía agobiada. A pesar de que ella se ofreció acompañarla, la novia tan solo le pidió que se quedara en la habitación, que necesitaba estar sola durante unos minutos, por lo que obedeció y se sentó en la silla de delante del espejo. El traje de dama de honor era sencillo, un vestido largo palabra de honor que se ajustaba en los pechos y caía suelto hasta el suelo. Llevaba el cabello atado en un trabajado moño con trenzas y rodeado con una cadena de flores. En un peinado demasiado bueno para no ser el centro de atención, pero su padre había insistido que se lo hiciera, por lo que tampoco había insistido mucho.
El órgano con el canon de pachelbel se repetía una y otra vez, y la novia seguía sin aparecer, cuando se decidió por salir a buscarla tres personas desconocidas entraron a la habitación y sin darle tiempo a reaccionar comenzaron a desvestirla y casi sin respirar le colocaron el precioso vestido de novia. Todo pasó tan rápido, que cuando comenzó a caminar por el pasillo hacia el altar iba pensando lo que estaba ocurriendo. Al llegar junto al cura y al novia, comprendió todo lo que había pasado. Quería buscar a Sakura, pero la mano de Itachi le esperaba y temblorosa la aceptó.

  • Estamos aquí reunidos para unir...

El cura comenzó a hablar, la sala se llenó de silencio pero sus oídos y ojos tan sólo podían observar al hombre que tenía delante de sus ojos. Itachi, con una sonrisa de oreja a oreja le miraba, con sus ojos oscuros iluminados y susurrando unas palabras que tan sólo ella podía escuchar.

  • Te amo, siempre has sido tu. Hinata.
  • ¿Qué?

Entre comentario del cura se enteró de que el día que los había descubierto a él y a Sakura, le había confesado que estaba enamorado de otra mujer. Al principio Sakura se sintió molesta, e incluso traicionada pero al poco tiempo descubrió quien había sido la mujer que le había robado el corazón de su amigo. No le costó averiguarlo, porque después de todo Itachi sólo tenía dos números de teléfonos de mujer. Más de una vez, estuvo tentada en hablar con ella, pero al comprobar como Hinata luchaba para evitar ese sentimiento y como cuidaba su relación de amistad, supo que jamás había tenido la mínima oportunidad contra ella. Después de todo, el matrimonio ese había sido mucho después de que Itachi se hubiera fijado en Hinata por primera vez.

  • En Francia, tomé la decisión de no dejarte manchar.
  • Pero al volver.

Cuando los dos respondieron el “Si quiero” le comentó que cuando llegó a su casa, habló con su familia y le aconsejó que la unión con los Hyuga seria más beneficiosa que con los Haruno. No le costó convencer a su padre ni al de ella, por lo que entre susurros y mentiras comenzaron a organizar ese día, donde ella iba a ser la novia sin saberlo.

  • Sakura sabía desde hace mucho que te amaba, jamás intentó luchar contra eso.
  • Pero ¿en mi fiesta?

Con los labios unidos en un aclamado beso, Hinata se enteró de que Sakura se había mantenido callada esperando que fuera ella quien hablara, pero al seguir con el silencio decidió que si una de las dos debía sufrir, ahora le tocaba a ella. Después de todo, según la pelirosa, Hinata había vivido una vida llena de sufrimientos y ahora le tocaba ser feliz.
Entre lágrimas buscó a su amiga, que sentada con los ojos rojos y mordiéndose el labio esperaba a que la novia se acercara. Las dos en silencio se abrazaron, se agradecieron todo y se desearon la mayor felicidad del mundo.

El banquete de celebración estaba en pleno auge, los novios sentados en la mesa principal, observando como sus amigos iban bebiendo y adquiriendo un nivel de alcohol en sangre preocupante, se cogían la mano debajo de la mesa mientras sus ojos decían todo lo que habían estado guardando durante un largo año.


¿Por qué todo esto? preguntó ella apoyando su frente en la de su marido. Él sonrió, se acercó a su oído y susurró Perche ti amo.

Comentarios

  1. ¡Oh! Por poco y ya me estaba decepcionando xD Pensaba que no iban a estar juntos y casi maldigo a Itachi a diestra y siniestra.

    ¡Amé el final! Fue una verdadera sorpresa xD

    Me encantó el fic completo <3

    Bye!

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