Menos que palabras: 3. Respuesta

  1. Respuesta:
Jamás había tenido tanta consciencia del tiempo, hasta ese entonces. Sentía como la tierra giraba debajo de sus pies, como las manecillas del reloj golpeaban en su corazón a cada paso, y como el sol y la luna se burlaban de ella cada vez que recorrían el cielo a una velocidad totalmente antinatural. Cuando se quiso dar cuenta, aquella estrella brillante había estado conviviendo con ella prácticamente todo el verano; Septiembre se asomaba por la ventana, haciendole presión de que volviera a la realidad y despertara de aquella extraña ensoñación... debía buscar soluciones ante algo que no quería que se arreglara...


El sol descendía por el horizonte, hacía una brisa un tanto fría y los árboles de la rambla se movían con sauvidad al chocar con el viento. El paisaje era algo desolador aquel domingo, pero para Kath era lo mejor que podía encontrar. No necesitaba nada más que pasear al lado de él, su pequeña estrella reluciente, que brillaba a su lado, a pesar que nadie más que ella conocía su identidad. Vivía feliz en su pequeña bola de cristal, aunque asustada al saber que pronto debía despertar, no podía mantenerlo atado a su lado siempre, por mucho que quisiera o por mucho que lo quisiera. Si, lo quería... ¿en qué momento la admiración se había convertido en amor?¿cuando el respeto se volvió amor?¿cuando dejó de ver a aquel hombre como algo inalcanzable?
Tentada por el roce casual de sus manos, las observó, deseando encontrar alguna escusa para unirlas y disfrutar con más intencidad aquel momento de soledad. Sabía que al llegar a casa, debía abrir el correo como cada día, buscar en su buzón algún correo con caracteres japoneses e informar a Taisuke si eran los de su empresa. Una parte egoísta suya, pedía a gritos que no lo hiciera, otra parte..le decía que debía hacer lo correcto. Taisuke no era un ser de su mundo, debía volver al escenario, con los focos y brillar como siempre lo había hecho. Cuando se quiso dar cuenta unas amargas lágrimas caían de sus ojos, una detrás de otras, si parar, sin control...

  • ¿Kath?- le mira asustado el, mientras le aparta las lágrimas con cuiddo y ternura- ¿Por qué lloras?¿Qué te duele?- el rostro preocupado de él, hizo que el llanto fuera aún más fuerte.
Normalmente no solía hacer escenas, y mucho menos llorar en lugares públicos, pero en aquel momento, cuando tan sólo eran ellos dos. ¿Cómo evitarlo? Detuvo la marcha para aovillarse en una esquina de las ramblas, con la cabeza oculta entre las rodillas y sintiendo que todo su cuerpo temblaba. La parte consciente de su cerebro, se alegró de que fuera un domingo demaciado caluroso y extraño para que la gente normal saliera.
Taisuke en silencio y entendiendo durante un momento lo que ocurría, se arrodilló a su lado y le acarició la espalda de forma suave, no dijo nada, pero aquellas caricias significaban mucho más que cualquier otra palabra. Quizás no se conocían desde hace tiempo, quizás habían vivido durante años en mundos diferentes, pero desde el primer momento que él colocó un pie en la casa de Kath, algo entre los dos nacio; podía ser la compación o el miedo, pero aquel fuerte vínculo que les unió en su momento, seguía ciñiendo sus muñecas con fuerza, haciendo que sus cuerpos reaccionaran solos ante cualquier amenaza o dolor. Entre ellos había nacido un sentimiento que no se había manifestado con palabras, pero que tan sólo al mirarse, se sabía que había algo mucho más profundo que cualquier otra relación...
La mano de el se detuvo al comprender que tan sólo con esa caricia, no podría calmar los llanto de Kath. Habían convivido mucho tiempo juntos, aprendiendo del otro, conociendo sus manías, sus gustos e incluso, entendiendo las partes más oscuras de la otra persona. Ninguno de los dos nunca había esperado nada más de lo que se podía pedir, nada más que dormir juntos, compartir alguna noche de conversación, quizás alguna mirada de conexión... pero nunca nada más de lo que a el, como ídol le estaba permitido. Pero en ese momento, cuando la persona que más le importaba estaba sufriendo por su causa... ¿cómo dejarla? Quizás fue el impulso y la necesidad, pero la cogió de los hombros y la arrastró hasta ella, para estrecharla sobre su pecho y sentirla más cerca que nunca. Cerró los brazos entorno de su espalda, y besó su cabello una y otra vez, intentando detener el llanto que la tenía presa, y al mismo tiempo, conscenciarse que si, las sensaciones que tenía durante esos días era cierta, posiblemente, sería el último domingo que pasaría junto a ella...

El ordenador se estaba encendiendo mientras ambos se metían al baño y se arreglaban para la noche. No habían comentado nada sobre el episodio de lágrimas de horas atrás, tan sólo habían llegado al apartamento, cenado, conversado con el padre de Kath y por último se habían metido al baño. Kath se miraba en el espejo, observando como las ojeras iban en aumento cada noche que pasaba...tengo que dormir se decía, pero por mucho que lo hiciera, cada vez que colocaba la cabeza en la almohada observaba como Taisuke, dormía y rezaba para que aquel tiempo especial con el continuara...

  • Kath, debes dormir...- materializó los pensamientos de ella, cuando la vio tocarse las ojeras. Sin pedir permiso ni avisar, le acaricio la piel blanca y algo sonrojada- no quiero que enfermes...
  • Es que si duermo...- no pudo seguir hablando, porque cerró los ojos y disfruto con placer de la sensación de la mano de el tocar su piel- no...no quiero que te vayas...- susurró con la voz rota y dejándo escapar unas cuantas lágrimas de sus ojos cerrados- T-taisuke...-gime.

Igual que horas atrás, movido por sus sentimientos le agarró de la cintura y le atrajo a el, le apretó fuerte sobre su pecho, intentando que su padre y hermano no escucharan los sollozos de ella. No le gustaba verla llorar, pero tampoco podía evitar que lo hiciera. Sabía tan bien como ella, que esa era una realidad y más, cuando tenían la sensación que ese día recibirían noticias...
Dejaron el baño abrazados uno al otro, entraron a la habitación, cerraron la puerta y observaron la pantalla del ordenador con dolor. Ninguno daba el primer paso, pero era inevitable que pasara. Kath sacó fuerzas de no sabe donde, se separó de él y se sentó delante de la pantalla, sujetó el ratón con manos temblorosas y abrió el correo. En el buzón, con caracteres grandes y en negros había una carta que les llamaba abrir. Trago saliva, al momento que sentía las manos de él colocadas en su hombros trasmitiéndole fuerza, fuerza que ella necesitaba. Dirigió el ratón hacia aquellos caracteres, apretó el clic y el mensaje se abrió...

¡Fujigaya-san!
¡Qué alegría de saber de ti! Lamento tanto el incidente que ocurrió con la compañía y con el móvil que le presetamos. Enseguida que tengamos los datos exáctos de su localización le pasaremos a buscar.
¡Lamentamos mucho lo ocurrido!

Los caracteres iban golpeando los ojos y corazón de Kath a medida que iba leyendo, aunque no los hubiera leído sabía de sobra que ponía la carta. Era consciente que su estrella debía partir, y ella no era nadie para impedir aquello. Esperó en silencio a que Taisuke terminara de leer, y sin preguntarle abrió un correó nuevo y escribió con caracteres la dirección de su casa, su nombre y los datos que pudiera serles necesarios a los de la agencia para encontrar la ubicación de su casa. Al terminar de escribir la carta, cerró el correó y tal cual como se sentó se levantó y salió a la terraza a tomar aire. Intentaba controlar las lágrimas que seguían amenazando por salir, sabía que debía ser fuerte, que por mucho que llorara eso no impediría que el se marchara. Era consciente que el lugar de su amado no era ahí, y lo debía aceptar...
Sintió como unos brazos se aferraban a su cintura y abdomen y como la atraían para atrás. Cuando se quiso dar cuenta, sentía el aroma de él, sus manos grandes y cálidas y su respiración sobre su cuello...

  • Gracias por todo...- susurró en español.


Y eso, era la despedida. Su estrella debía partir, y ella no podía hacer nada más que observar como lo hacía con el corazón encogido en el pecho y un terrible dolor...

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