Katherine: 2. Papel
2.
Papel:
Tenía
la sensación de que la clase se movía en círculos y su silla se
iba alejando del centro de ésta, hasta que podía ver como todo daba
vueltas y ella tan sólo era una simple observadora. Todo se volvió
oscuro y delante de sus ojos vio una escena que jamás olvidaría.
Quizás porque su vida cambió ahí, o por lo que ese momento
significaría para ella...
Esta
sentada esperando a que Leonardo salga de la habitación y le diga
que sus hermanos ya han nacido. Mueve los pies inquieta esperando
impaciente. Mira el reloj de su muñeca y al ver que no hay ninguna
señal de que vayan a salir, da un pequeño bote y comienza a caminar
por los pasillos oscuros y en silencio.
Son
las dos de la mañana, una hora que normalmente estaría durmiendo o
por algún milagro, despierta leyendo. Pero en ese momento estaba
ahí, vagabundeando por la Clínica Rotger, sola y esperando a que su
padrastro la llevara a casa a seguir durmiendo. Bosteza medio dormida
hasta darse cuenta que se había perdido. Mira por todos los lados,
pero no hay nadie. Sin entrar en estado de pánico, sigue caminando
hasta encontrar una persona con bata blanca.
-
Perdón...- le estira la bata- Me he perdido.
-
¿Eh?- dicha persona baja la cabeza y la mira.- ¿Qué hace una niña
por aquí a estas horas?- gruñe algo malhumorado.
-
Se lo he dicho, me he perdido. - dice también molesta.
Los
dos se quedaron en silencio mirándose. Él bufa molesto, se rasca la
cabeza y dice algo a una mujer de dentro de una habitación, luego
estira la mano y le coge la mano a Katherine y la tira hasta llegar
al centro de la planta.
-
¿Dónde está tu mamá?- quiere saber aún con el ceño fruncido.
-
Gritando en una habitación.
-
¿En cual?- pregunta algo exhasperado.
-
No lo sé... por eso me he perdido.
-
No mientas...- dice pillando la mentira al vuelvo.
Antes
de que la conversación pudiera seguir, unos pasos llegan hasta ellos
y Leonardo, con rostro feliz y cogiendo en brazos, un bulto ruidoso
con unas manitas moviéndose.
-
Kath, aquí está uno de tus hermanos. Ven a saludarlo.
Antes
de ir con Leonardo volteó la cabeza para despedirse y agradecer al
médico malhumorado, pero al no verlo simplemente caminó hasta donde
estaba su padrastro con su hermano. Saludó al pequeño con un beso
en la frente y por última vez miró para atrás, esperando
encontrarse a aquel hombre...
La
voz de Alexandra la hizo volver a la realidad. Antes de que su amiga
pudiera ver la imagen del portátil lo cerró de un golpe
arrepintiéndose al momento. Rezó en su interior que la pantalla no
se hubiera dañado. Miró sus manos sobre la pantalla y sintió como
el enorme agujero de su pecho dejara de moverse, tan sólo sentía el
vacío y la sensación, pero parecía no querer moverse. Tomó una
buena bocanada de aire e intentó volver al hilo de la conversación
de su amiga, pero realmente no sabía que estaba pasando. Buscó
ayuda en la pizarra y con un poco de suerte, pudo enlazar el
comentario de ella. Antes de proseguir con las demás clases se
concedió un segundo de reflexión mientras recogía las cosas, y
cuando todo estaba en su bolso para ir a la siguiente aula dejó
apartado todo lo raro de esa mañana. No tenía tiempo de perderse en
imaginaciones absurdas.
Las
clases habían pasado demasiado rápido esa mañana. No había tenido
tiempo de digerir nada de lo que había sentido durante todo el rato.
La sensación de vacío le venía y se le iba, imágenes sin ningún
sentido le aparecían en la cabeza y el agujero en su pecho iba
aumentado de tamaño considerablemente. Así con ese vaiven de
emociones cogió el bus para marchar a casa, no sin antes quedar con
Alexandra y Enrico para ir a tomar algo por la noche. Era viernes y
en poco tiempo iban a comenzar los exámenes finales, necesitaban una
buena distracción antes de enclaustrarse a estudiar. Y ese era el
día.
Llegó
a su casa y tan sólo abrir la puerta oyó a sus
hermanos discutir sobre un juego de la play, luego vio como su gato
negro se restregaba en ella y minutos después como su madre regañaba
a sus hermanos. Suspiró aliviada y entró. Necesitaba el acogedor
ruido de su familia.
-
¡Estoy en casa! - gritó mientras caminaba a su habitación
desordenada. Tiró el bolso en la cama, y antes de hacer nada miró
todo. Había algo extraño en ella. Encima del escritorio estaba una
caja mediana, algo mohosa y rota.- ¿Mamá?- la llamó y se acercó a
esta.
-
¿Qué ocurre hija?- preguntó una mujer asomando la cabeza por su
habitación.
-
¿Y esta caja?- quiso saber sin dejar de mirarla, pero sin abrirla.
-
Esta mañana te la trajo el cartero. ¿Has pedido algo por amazon?
Estaba
apunto de contestarle con una negativa, cuando sus dos hermanos
entraron corriendo a la habitación armando jaleo. Ninguno de ellos
se parecía a ella, con excepción que los dos tenían el mismo color
de ojos y la piel blanca. Por todo lo demás, el cabello negro de
Leonardo y contextura fina de su madre. Katherine sonrió y de golpe,
recordó aquella imagen de esa mañana. Sintió un frío en el
estómago. El día que habían nacido sus hermanos, conoció a otra
persona... pero no estaba segura de quién era. Tembló y miró la
caja. ¿Puede ser qué...?
pensó para sus adentros dispuesta a abrirla y descubrir el contenido
de ésta. Al hacerlo en el interior tan sólo había un papel que
ponía “Vuelve”.
Cogió el papel con las manos temblorosas y miró la letra,
intentando recordar si conocía esa letra, pero nada. Solamente tenía
la sensación que debía volver a ese lugar, pero no sabía como... y
también debía recordar aquello, pero no estaba segura de como
hacerlo.
¡Qué intriga,por dios! ¿¡CÓMO PUEDES DEJARLO ASÍ!?
ResponderEliminar¡Oh, qué raro el paquete! Me has dejado completamente intrigada. Me voy al próximo capítulo.
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