Menos Que Palabras: 1. Llamada.

   Menos Que Palabras

Protagonistas: Taisuke Fujigaya (Kis-My-Ft2) / Kath ( Personaje ficticio) 
UA: Universo Alternativo Parcial.
Estado: Finalizado.

Prólogo:
No hay un manual que te enseñe a decir adiós. Tampoco para aprender a olvidar, y mucho menos unas palabras mágicas que te alivien el dolor. Sólo se debe esperar, tener paciencia y tener la esperanza, de que algún día aquella fuerte presión en el pecho desaparecerá... pero ¿Cuánto tiempo tiene que pasar para llegar ese momento?




  1. Llamada:
Las ventanas de la habitación estaban abiertas, el murmullo de la lluvia invadía la habitación y sentada en su cama, con los auriculares colgando en el cuello se encontraba ella. Miraba la oscura noche con una expresión ausente, esperando ver como un relámpago rompía el nublado cielo y como el trueno hacía vibrar los cristales y puertas de su apartamento. Era meramente consciente que la música estaba encendida, y que el eco de la canción también resonaba por la habitación, y dejando muy claro que estaba oyendo la música a un volumen un tanto preocupante. Pero ese detalle no le importaba; tenía la puerta cerrada, su hermano y padre dormía profundamente y los vecinos hacía tiempo que habían perdido esperanza alguna de que ella fuera a bajar el volumen de su ordenador, mp3 o radio. La llamaban “Kath, la causa perdida” así que tampoco era algo que tuviera que ocupar su mente. En cambio, algo en la noche le hacía estremecerse, aquella lluvia veraniega le daba la sensación que traía noticias, o eventos importantes. O por lo menos eso quería creer, porque posiblemente su estado de ánimo misterioso, era causante por la música que estaba escuchando, y ante todo, por El quien lo estaba cantando. Si hubiera sido otra persona, quizás el efecto no sería el mismo, pero era Él, su persona quien cantaba, por lo que cualquier sensación, deseo o pensamiento podían ser fácilmente interpretado de manera incorrecta. Por lo que, no era un buen momento para que se planteara problemas trascendentales... no ese día, y menos en ese preciso instante donde dejaba volar su imaginación.
A penas era consciente de lo que ocurría a su lado, pero cuando el móvil comenzó a vibrar emitiendo la canción que estaba escuchando, no pudo evitar desconectar de su mundo de fantasía y levantarse de la cama arregañadientes, acercarse a la mesa, coger el aparato y mirar a la pantalla. En ésta ponía un número desconocido, algo extrañada por las altas horas de la llamada lo atendió. Lo primero que escuchó fue un jadeo, lo segundó un pitido y por último una sola palabra “Ayúdame” . En el momento que las palabras de socorros llegaron a su cerebro, comenzó a procesar la información de forma rápida y confusa; Un desconocido, posiblemente hombre, le estaba pidiendo ayuda, algo muy normal. Lo curioso era que, el auxilio no era en castellano, idioma que ella conoce, sino en Japonés, idioma que estudia en la Universidad, por lo que por ende, la persona que le pide ayuda no es de España, sino japonés. Al terminar ese breve análisis comenzó a vestirse aún con el teléfono en mano. Le preguntó al desconocido, si entendía el inglés, éste asintió, por lo que procedió a pedirle indicaciones de donde se encontraba y como iba vestido. No pensó en preguntarle el nombre, hasta que estaba sentada en su coche marchando hacía el areopuerto, lugar donde él estaba.


El reloj marcaba las doce de la noche cuando llegó a la terminal del Areopuerto, a pesar de ser tan tarde, habían unas cuantas personas con rostro cansando esperando en las sillas, con los brazos cruzados y el ceño fruncido. Kath se lamentó por ello, no era muy fan de viajar, y mucho menos de esperar. Un tanto intrigada por los vuelos, miró la pantalla de llegadas y buscó un tanto ilusionada algún vuelo directo que pusiera Tokio-Palma, pero no encontró nada. Suspiró y buscó entre la gente alguien con unos vaqueros azules, camisa negra y gorra. Así estuvo un largo rato, pero al no encontrar a nadie, volvió a llamar al número desconocido. Esperó pacientemente a que éste le cogiera la llamada, y al escuchar su voz asustada y nerviosa, sintió una ola de compasión. Intentando ponerse en su lugar, le pidió en inglés que levantara la mano así ella pudiera reconocerle. El desconocido aceptó, cerró la llamada y alzó la mano. Ella alzó la vista y encontró la mano alzada, con el móvil en la mano.
Antes de comenzar a caminar, sintió que esa extraña sensación que le cubría en su casa, volvía a invadirle el pecho. Por raro que pareciera, esa vez, sintió que si podía ser verdad, que la persona con la que se iba a encontrar le iba a cambiar la vida, y eso le daba un poco de miedo. Cerró las manos dentro de los bolsillos de su pantalón y caminó hasta donde estaba el desconocido. A cada paso que daba, lo veía más claro y el corazón le hacía presión en el pecho. Poco a poco, las facciones del desconocido se fueron iluminando hasta tener totalmente una expresión de calma y tranquilidad, aunque en la profundidad se sus ojos oscuros, se veía el miedo y el terror...


  • Estoy aquí... - sonrió al pararse delante de el y ofrecerle la mano para darle un punto de apoyo. Él suspiró y aceptó la mano- ¿Estás bien? - preguntó en su japonés académico bajo. Él dibujo otra expresión, ésta vez más calmada y feliz.
  • Sólo un poco... -confesó el con el rostro apenado y cansado. Ella tan sólo sonrió y cerró la mano entorno a la de el.


Tenía ciento de preguntas en la cabeza, ciento de sentimientos y un terror tremendo a que todo fuera un sueño. A pesar de que estar totalmente consciente de que era una realidad, tener a aquella persona a su lado, con expresión ausente y aún sujetando su mano, era como argumento de una película japonesa de llorar. Era tan absurdo que interiormente se moría de risa. ¿Cómo puede ser real? ¡Es imposible! Se decía una y otra vez, mientras conducía en silencio por las calles de Palma nocturnas. Estacionó su pequeño coche de color tierra en el parking, cerró las ventanas sacó el paraguas y ayudó a salir a su desconocido. No hablaron hasta estar en su habitación, y donde Kath fue totalmente consciente de que aquel ser divino estaba sentado en su cama, en su casa... en una isla a más de veinte horas de vuelo.


  • ¿Qué te paso? - quiso saber esforzándose para aparentar normalidad, aunque por dentro no podía parar de gritar, de manifestar la alegría y la conmoción que sentía.
  • Se suponía que debía llegar a Ibiza, pero... creo que me equivoque. - explica este mientras mira la taza de té caliente en sus manos- disculpa por llamarte, pensé que era el número de mi agente...- intenta disculparse con tristeza.
  • ¡Oh! No te disculpes, no tienes nada que pedir perdón...- le tranquiliza sentándose al final a su lado, y dándole golpecitos de consuelo en la espalda.- ¡Oh dios mio! ¡Le estoy tocando! - piensa sorprendida mientras observa casi con obsesión su mano tocar la espalda de el.



La taza de él estaba vacía, colocada en el suelo mientras el la seguía sujetando por el asa, mientras dormía placidamente en el colchón que ella le había colocado al lado de su cama. Por primera vez, en años se alegró de la absurda manía de su padre, de tener más colchones que vasos. Le arropó como una madre haría, apagó la luz y abandonó la habitación, aún intentando digerir todo lo que estaba pasando. Se dirigió a la sala, que estaba a oscuras, se colocó el portátil en las piernas y comenzó a buscar información, sobre el sujeto que dormía en su cuarto. Realmente hacer eso era estúpido, ya que era plenamente consciente de quién era, de dónde pertenecía y a que se dedicaba. ¿Cómo no lo iba a conocer? Era Taisuke Fujigaya, miembro del grupo japones Kis-My-Ft2, de la Johhny enterteiment... su ídolo masculino; el cantante que más había logrado cautivarla por él mismo, sin necesidad de que nadie estuviera animándola a que le gustara. A oídos extraños, sus pensamientos podrían resultar algo extravagantes, e incluso frívolos o estúpidos; pero en sus momentos de delirios siempre se había planteado la posibilidad de que si viajaba a Japón y se encontraba a Taisuke o a Kei, otro de sus cantantes favoritos, ¿A quién elegiría? Y esa mera pregunta había causado muchos sentimientos en ella, pero claro... hasta ese momento esa pregunta no le parecía importante para responder, pero en ese entonces... cuando tenía a uno de los Johhnys en su habitación, cuando de una forma u otra debía comunicarse con ellos... ¿Cómo no pensarlo? 

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