Buscando al hombre perfecto: Capítulo 2

¡Hola!
¿Qué pasa?¿Pensabas que me había olvidado de ti? ¡Que va, que va! Lo que pasa que he estado algo dispersa con ésta historia, pero... ¡aquí estoy!
Espero que te haya gustado el primer capítulo y que éste te guste también y no se te olvide comentar, así sabemos si nuestra locura tiene algún efecto.
Como bien estarás cansado de escuchar, éste capítulo lo escribo yo y el próximo lo hará my lovely Mia, así que ya sabes... puedes acosarla en su blog para que escriba antes. 

Sin más... ¡a leer!



2. Planes:

La cena benéfica había terminado más tarde de lo que la mayoría de los invitados creían. Posiblemente se debía a la buena música, a la agradable compañía y el abundante alcohol que los camareros se molestaban en exhibir de forma vulgar. Nadie estaba sobrio, excepto cuatro personas de una mesa central de la sala. En ella se encontraban los cuatro inversores que más dolares habían soltado en esa noche, por eso nadie realmente se atrevía a hablar con ellos. En esa misma fiesta se habían ganado la etiqueta de la élite y nadie más se podía mezclar con ellos, aunque realmente a ninguno le importaba, todos estaban metidos en sus propios pensamientos y ahogando las penas en las copas de cava, aunque tan pronto como los demás estuvieron borrachos comenzaron a darle a algo más fuerte. Necesitaban algo duro para poder terminar la noche sin caer en la tentación, porque después de todo en esa misma mesa se encontraba todo lo que ambos deseaban...

Nina iba por su tercera copa, mientras que Candice no había logrado ni terminarse la primera cuando ya estaba lo suficiente depresiva para acudir a la llamada de socorro de “He de ir al baño”. En ese momento y bastante mosqueada Nina se levantaba y acudía en su rescate, la escena siempre era la misma, pero en la mirada de su amiga notó que algo iba a ser diferente. No supo si fue por la cantidad de alcohol en sangre que tenía o porque realmente la rubia tenía una expresión diferente, no llegaba a ser de tristeza pero tampoco de alegría. Algo en aquello no le gustó y más cuando la acorraló en la puerta del baño y comenzó a acosarle a preguntas sobre el atractivo Ian Somerhalder. Por primera vez en años se molestó de que su amiga mostrara interés por alguno de los ligues que rechazaba y lo peor de todo es que sintió un tremendo desazón en el pecho. Si debía ser honesta el Somerhalder le agradaba, aunque sus ojos siempre estuvieran mirando a su compañera, por eso que ahora ella quisiera mostrar interés era como si le dieran una patada en el culo, pero aún así decidió guardarse su opinión y saciar la curiosidad de su chillona amiga. Al terminar de darle el parte ella sonrió, tomó aire y le abrazó estrechándola contra el pecho tanto como podía y lo que más le dejó colocada fueron sus palabras “adelante”. Estuvo un largo rato pensado en aquello, tanto que cuando salió la mitad de las mesas estaban vacías y en la suya tan sólo quedaba el hombre susodicho, bebiendo a solas su copa con la mirada algo perdida, las mejillas encendidas por el alcohol y la corbata y camisa ligeramente abiertas. Al verlo así, sintió como su abdomen se contraía y una inminente tensión se apoderó de su vagina. Se mordió el labio y se recordó que ese semental era de su amiga, pero al momento que llegó a su lado, éste se levantó y le besó toda la lealtad se fue al baño. Ya al día siguiente se lamentaría, eso si se acordaba. Claro estaba.

Al abrir los ojos se encontraba en una habitación que no conocía, con un aroma masculino y agradable, además de unas vistas que quitaban el hipo. Se incorporó de la cama haciendo que la suave sábana de seda se deslizara por su pecho desnudo. Buscó aún medio desorientada al hombre con quien había tenido un sexo salvaje, porque solo mover las piernas le provocaba un dolor agujeante en la ingle. Al notarlo volvió a reír como una tonta, hacía años que no tenía ese agradable dolor. Era como volver a estar viva. Una puerta se abrió, pero no supo de donde, puesto que la habitación era tan grande y estilo loft que no sabía en que parte quedaba la entrada. Intentó moverse sin provocar que el gustoso dolor se propagara por su cuerpo, llegó a la esquina de la cama y rodeándose con la sábana salió hasta lo que debía ser el recibidor. Ahí, de pie, con el cabello medio desordenado, los ojos salvajes y esa sonrisa pícara que le había conquistado se encontraba Ian, llevaba una bandeja con dos cafés y una bolsa de bollería. Con un leve movimiento le ofreció que se sentara y que desayunara junto a él. En silencio ingirieron grandes dosis de calorías y después se metieron entre pecho y espalda una pastilla para el dolor de cabeza. Cuando ambos tenían el estómago lleno y asentado decidieron hablar, aunque no sabían por donde empezar...

- Como digas “Esto no debió pasar “ te tiro por el balcón.- le advirtió Ian con voz ronca.-

- ¡No iba a decir eso! - se defendió aunque sabía que no tenía defensa alguna.

- Claro que lo ibas a decir.- se mofó él divertido mientras observaba como la piel de Nina se iba tornando roja a medida que seguía observándola.- Realmente eres muy guapa, no entiendo como no te vi en la noche.

- Así que admites que querías ir por Candice...- dijo arrastrando las palabras y recordando la mentira que había dicho horas atrás.

- Culpable.- ríe y levanta las manos en forma de rendición.- Pero tú eres más guapa y honestamente la forma que miraba a Wesley dejaba bastante claro que no tenía oportunidad.- ríe.

- ¿Y por eso te acostaste conmigo?-enarca la ceja.- ¿Es que soy el segundo plato?- preguntó ofendida y deseando poder vestirse y huir de aquella humillación.

- Puede ser...

Dejando esa última palabra se levantó de la butaca y caminó hasta meterse en el baño, se oyó como encendía la ducha y Nina aprovechó para correr al cuarto, recoger su ropa para vestirse y salir corriendo de aquel extraño lugar.
No fue hasta que estaba lejos de aquella mirada traviesa que comenzó a recapacitar de todo lo que había pasado esa noche: Se había acostado con el ligue de su mejor amiga, posiblemente ella se terminaría enterando y tendrían una bronca importante. Y precisamente no quería pelearse con ella, por lo que decidió callarse y omitir información, después de todo no volvería a ver a Ian Somerhalder.

Nunca había creído en el karma, pero verse rodeada de las mismas personas de aquella noche fatal, le hacía pensar que después de todo si que existía una fuerza superior que castigaba a los pecadores. Y su castigo era de todo menos misericordioso, porque no era agradable ver como su amiga miraba con ojos brillantes a su ligue sexual y mucho menos como éste le enviaba miradas divertidas y provocativas a ella. Aunque intentara ignorarlas los ojos se les iban y los recuerdos de esa maldita noche le golpeaban con violencia.
Deseó que aquella reunión fuera lo más corta posible y que le informaran muy brevemente de lo que deberían hacer, pero el director se había emocionado y había explicado todo con lujo de detalles, haciendo que cuando saliera del despacho y fuera a tomar aire no sintiera el más mínimo frescor de la brisa. Estaba caliente y no precisamente por la calefacción. Todo era culpa del pervertido de Ian Somerhalder que terminaría siendo su compañero en cámaras en lo que quedara de año. No sabía si podría soportar mentir a su compañera durante mucho tiempo más, sobre todo porque estaba completamente segura que si él le pedía una noche más, ella no se atrevería a negarse...

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