El Castillo Oscuro: 1. Ofrenda
¡Hola!
Después que Mia terminara la historia, abro yo una nueva, espero que les guste tanto como yo la disfruté escribiéndola.
Ya saben, son libres de cogerla y compartirla en cualquier web siempre y cuando nos pidan permiso o den crédito.
Sin más le dejamos que disfruten con el capítulo.
1. Ofrenda:
En una pequeña aldea entre las montañas existe un gran castillo, éste está rodeado de árboles grandes de exuberantes hojas y dentro de aquella naturaleza viven pequeñas criaturas que nadie ha sido capaz de cazar o sobrevivir a su presencia. Dicen algunas leyendas que en aquella enorme y oscuro palacio vive un ser de otro mundo, nadie ha sabido como es, quien es o cual es su nombre, pero durante siglos los aldeanos cada año ofrecen un tributo para que tanto las criaturas como él se mantengan alejados. Nadie hace preguntas, nadie se atreve a desobedecer y si alguna vez pasa, pronto tanto su familia como la elegida terminan muriendo en desagradables circunstancias, por eso cada veinticinco de diciembre envían a una doncella al castillo, esperando así que saciase la sed de sangre de aquel malvado ser y los dejen vivir tranquilos una vez más...
La aldea se estaba preparando para enviar a una joven, posiblemente a la más bella que habían tenido durante años. Ella era de piel blanca, con las mejillas sonrosadas, ojos grandes de un dulce color caramelo, cabello largo ondulado negro, constitución grande y generosas curvas. Desde su nacimiento todos sabían que era ella la elegida para ser el tributo, porque cada niña nacida el venticinco de diciembre sería la siguiente para cuando cumpliera la mayoría de edad y para ese momento tan sólo faltaban dos días. Kaysa no estaba muy convencida de exiliarse en aquel lugar, sin saber si volvería o si viviría para contarlo. Las anteriores chicas nunca habían vuelto, por lo que ella esperaba tener el mismo destino que las demás. Su familia durante ese año se habían volcado en hacerla feliz, en complacerle todos sus caprichos, en brindarle todo el amor y la gratitud que ellos podían, pero en su interior sabía que jamás se iría al otro mundo feliz, después de todo jamás conocería el amor y moriría siendo virgen y pura. ¿Qué gracia tenía eso? Más de una noche pensó en escaparse, pero eso sería cruel de su parte, ya estaba marcada y no podría huir de su destino.
Al caer la media noche se vistió con su mejor vestido, era uno largo de color azul suave, con pequeños bordados en las mangas y puntos al final de la falda. No era muy ostentoso puesto su familia eran simples herreros y no poseían suficiente dinero para permitirse algo más lujoso. Su cabello negro estaba bien peinado y sujeto a un pasador con una flor de iris de adorno. Se colocó una capa para protegerse del frío antes de subir a su caballo y adentrarse en el bosque maldito. Durante el trayecto escuchó diferentes aullidos, no sabía decir si eran lobos, perros o cualquier otra criatura pero tuvo poco tiempo para pensarlo porque llegó al enorme castillo. Éste se alzaba majestuoso delante de ella, con grandes torres y gárgolas que asustarían incluso al más valiente caballero. Las rejas estaban abiertas, invitándola a pasar y a no dejarla volver nunca más. Espoleó a su caballo para que entrara y se quedó observando el frío jardín que la envolvía. Posiblemente en Primavera sería un lugar espléndido, pero en ese momento los árboles estaban sin hojas, cubiertos de nieve y abandonados, todo lo contrario al vigoroso bosque que dejó atrás. Una parte de su cerebro se preguntó si aquel ser que vivía en esa mansión tendría algo que ver con ese detalle. Dejó a su compañero de viaje sujeto en un palo cerca de un pozo con agua y subió las escaleras que daban a las puertas grandes y con un picaporte en forma de león. Lo toco y la puerta se abrió sola. El interior estaba caldeado, decorado con mucho gusto pero con tonos oscuros. Camino en silencio mientras se quitaba el abrigo y sin saber muy bien porque se dirigió hacia un salón donde una hermosa chimenea iluminaba la habitación. En una butaca enorme, de color rojo sangre estaba alguien sentado...
- Soy Kaysa, señor.- dijo haciendo una reverencia.- el tributo de éste año.
No recibió respuesta, pero el susodicho se levantó y la miró con unos ojos oscuros como la noche y sonrió con cierta burla. Al principio al ver aquel hombre se tranquilizó, pensó que todas las historias eran mentira, pero algo en la forma que el señor la rodeaba, como si fuera una presa le dio a entender que, a penas había comenzado lo que realmente iba a ser su vida...
Después que Mia terminara la historia, abro yo una nueva, espero que les guste tanto como yo la disfruté escribiéndola.
Ya saben, son libres de cogerla y compartirla en cualquier web siempre y cuando nos pidan permiso o den crédito.
Sin más le dejamos que disfruten con el capítulo.
1. Ofrenda:
En una pequeña aldea entre las montañas existe un gran castillo, éste está rodeado de árboles grandes de exuberantes hojas y dentro de aquella naturaleza viven pequeñas criaturas que nadie ha sido capaz de cazar o sobrevivir a su presencia. Dicen algunas leyendas que en aquella enorme y oscuro palacio vive un ser de otro mundo, nadie ha sabido como es, quien es o cual es su nombre, pero durante siglos los aldeanos cada año ofrecen un tributo para que tanto las criaturas como él se mantengan alejados. Nadie hace preguntas, nadie se atreve a desobedecer y si alguna vez pasa, pronto tanto su familia como la elegida terminan muriendo en desagradables circunstancias, por eso cada veinticinco de diciembre envían a una doncella al castillo, esperando así que saciase la sed de sangre de aquel malvado ser y los dejen vivir tranquilos una vez más...
La aldea se estaba preparando para enviar a una joven, posiblemente a la más bella que habían tenido durante años. Ella era de piel blanca, con las mejillas sonrosadas, ojos grandes de un dulce color caramelo, cabello largo ondulado negro, constitución grande y generosas curvas. Desde su nacimiento todos sabían que era ella la elegida para ser el tributo, porque cada niña nacida el venticinco de diciembre sería la siguiente para cuando cumpliera la mayoría de edad y para ese momento tan sólo faltaban dos días. Kaysa no estaba muy convencida de exiliarse en aquel lugar, sin saber si volvería o si viviría para contarlo. Las anteriores chicas nunca habían vuelto, por lo que ella esperaba tener el mismo destino que las demás. Su familia durante ese año se habían volcado en hacerla feliz, en complacerle todos sus caprichos, en brindarle todo el amor y la gratitud que ellos podían, pero en su interior sabía que jamás se iría al otro mundo feliz, después de todo jamás conocería el amor y moriría siendo virgen y pura. ¿Qué gracia tenía eso? Más de una noche pensó en escaparse, pero eso sería cruel de su parte, ya estaba marcada y no podría huir de su destino.
Al caer la media noche se vistió con su mejor vestido, era uno largo de color azul suave, con pequeños bordados en las mangas y puntos al final de la falda. No era muy ostentoso puesto su familia eran simples herreros y no poseían suficiente dinero para permitirse algo más lujoso. Su cabello negro estaba bien peinado y sujeto a un pasador con una flor de iris de adorno. Se colocó una capa para protegerse del frío antes de subir a su caballo y adentrarse en el bosque maldito. Durante el trayecto escuchó diferentes aullidos, no sabía decir si eran lobos, perros o cualquier otra criatura pero tuvo poco tiempo para pensarlo porque llegó al enorme castillo. Éste se alzaba majestuoso delante de ella, con grandes torres y gárgolas que asustarían incluso al más valiente caballero. Las rejas estaban abiertas, invitándola a pasar y a no dejarla volver nunca más. Espoleó a su caballo para que entrara y se quedó observando el frío jardín que la envolvía. Posiblemente en Primavera sería un lugar espléndido, pero en ese momento los árboles estaban sin hojas, cubiertos de nieve y abandonados, todo lo contrario al vigoroso bosque que dejó atrás. Una parte de su cerebro se preguntó si aquel ser que vivía en esa mansión tendría algo que ver con ese detalle. Dejó a su compañero de viaje sujeto en un palo cerca de un pozo con agua y subió las escaleras que daban a las puertas grandes y con un picaporte en forma de león. Lo toco y la puerta se abrió sola. El interior estaba caldeado, decorado con mucho gusto pero con tonos oscuros. Camino en silencio mientras se quitaba el abrigo y sin saber muy bien porque se dirigió hacia un salón donde una hermosa chimenea iluminaba la habitación. En una butaca enorme, de color rojo sangre estaba alguien sentado...
- Soy Kaysa, señor.- dijo haciendo una reverencia.- el tributo de éste año.
No recibió respuesta, pero el susodicho se levantó y la miró con unos ojos oscuros como la noche y sonrió con cierta burla. Al principio al ver aquel hombre se tranquilizó, pensó que todas las historias eran mentira, pero algo en la forma que el señor la rodeaba, como si fuera una presa le dio a entender que, a penas había comenzado lo que realmente iba a ser su vida...
¡Woooo! Me lo has puesto "chachi piruli" xDDDD
ResponderEliminar¿A que si? No te podrás quejar <3
EliminarMe ha recordado a 'La novia del dios de agua'. Suena interesante la historia, esperaré la continuación *^*
ResponderEliminar¡Un abrazo!
Bye!
¡Bien! <3
EliminarUn abrazo