Aguantar no es una opción en el amor: Capítulo 6

¡Hola!
Ya ha pasado un tiempo prudencial para escribir el siguiente capítulo, espero que te esté gustando y que no sea tan obvio como creo que es.
Bueno, sin más... te dejo con el capítulo, como bien sabes el siguiente lo hará mi queridisma Mia.




Capítulo 6:

La vuelta a su vida ordinaria fue más dura que el golpe que sintió cuando vio a su hermana y a su marido en aquel baño diminuto. No había pensado que el simple hecho de entrar en aquella bonita casa fuera algo tan doloroso y al mismo tiempo tan tranquilizador. En cierto modo, mientras estaba en París junto a Olivier se sintió muy feliz, muy plena pero una parte de su cerebro sabía que era una especie de fantasía. Como si el destino le hubiera dado una tregua para enfrentarse a su realidad, era como si él fuera una especie de ilusión para animarla a seguir adelante y bien que lo había hecho. Ahora tan sólo debía retomar su vida ordinaria, aunque no estaba segura de cómo debía empezar.


Las cartas se amontonaban en el recibidor, el polvo cubría los muebles y el contestador estaba lleno de mensajes. Mientras dejaba su maleta en la habitación, apretó el botón rojo y escuchó todos los mensajes que algunas personas le habían dejado. Ninguno era muy interesante, excepto el de su hermana que le pedía perdón y otro de su familia que estaba preocupada por ella, pero ninguna era de su marido. Esperaba sentirse algo dolida, pero más que nada sólo sintió alivio y algo de molestia. Debía comunicarse con él para pedirle los papeles del divorcio, no podía alargar más esa situación, pero un domingo por la noche mucha cosa no podía hacer, así que decidió limpiar todo y pasar el resto de la noche decidiendo que hacer con su vida. Quizás debía cambiar de trabajo, no se sentía muy cómoda si debía estar en la misma oficina que su ex, aunque a esas alturas jamás podría conseguir un mejor trabajo, quizás sólo quizás podría ser un poco hija de puta y hacer aquello que por amor no hizo. Pedir el cambio al departamento superior, después de todo se lo habían ofrecido cientos de veces y aún nadie había ocupado su puesto, aunque sabía que para hacer eso debía hablar con el director. ¿Cómo seria su jefe? Jamás lo había visto ni en fotos. Sonrió y mientras se quedaba dormida cientos de imágenes de como sería su jefe inundaron su sueños.

Estaba preparada, lista y divina. O al menos eso se decía mientras se miraba al espejo aunque la realidad era muy diferente. Estaba pálida, febril, con ganas de vomitar y por muy contradictorio que pareciera tenía hambre, pero todo lo que ingería lo vomitaba. No era una mujer estúpida y conocía perfectamente los síntomas del embarazo, pero ese día no podía permitirse saber que lo estaba, por eso cuando se hizo aquella prueba después de ver que no manchó sus braguitas el día que tocaba, corrió a la farmacia, meó en ese palito diminuto y comprobó casi con horror que una carita feliz le decía que estaba preñada. Ni lloró, ni se alegró, simplemente suspiró. En la perfecta semana con Olivier había estado follando como dos pares de conejos y en ningún momento él se puso preservativo y ella compró la pastilla del día después. Quizás una parte de su cerebro quería encadenar aquel hombre a ella, pero hacerlo con una criatura era algo cruel. Volvió a suspirar mientras intentaba parecer más persona en el espejo y se terminó de arreglar. Cogió su bolso, sus reconocimientos laborales y marchó a la sede de su empresa.

Como había esperado en el edificio la estaba esperando su jefe del departamento, éste vestía su usual y aburrido traje azul, mientras que ella se había puesto su falda de tubo negra y una camisa color crema algo escotada, pero sin llegar a ser provocativa. Su cabello estaba bien sujeto en un moño y se había maquillado lo necesario para ocultar su cara de enferma. A pesar de que tenía unos zapatos con un poco de tacón preciosos, sabía que no aguantaría mucho con ellos puesto, por lo que se decantó por unas bailarinas negras. Era consciente que no iba muy elegante, pero tampoco le importaba mucho. Prácticamente ese puesto era suyo, tan sólo debía contestar a unas preguntas correctas y listo. Su jefe habló con ella mientras la llevaba al despacho del director, aunque parecía algo preocupado por lo ocurrido con su matrimonio ella le tranquilizó diciendo que estaba bien, pero con cada palabra tan sólo hacía que recordara todo lo ocurrido con Olivier. Al entrar al despacho comprendió que estaba enamorada de él y tan sólo quería volver a verle. Suspiró y se prometió que haría todo lo posible para encontrarlo. Al levantar los ojos se encontró con un hombre algo familiar...

-  ¿Inhira?- la voz de Olivier parecía tan sorprendida como la suya, pero su semblante seguía serio.

Sabía que aquel hombre precioso estaba esperando una respuesta, pero no encontraba las palabras para hablar con él. Hacía unos segundos había reconocido estar enamorada de él y de golpe lo tenía delante de sus ojos. Estaba apunto de balbucear alguna incoherencia cuando su superior hizo las presentaciones, le entregó unos papeles y antes de que ninguno de los dos pudiera agregar nada salió dejándolos solos y con una extraña sensación en la boca del estómago. El hombre que amaba estaba delante de ella, podía decirle tantas cosas e incluso que estaba embarazada pero... algo le omprimía el pecho y no la dejaba hablar. ¿Qué le estaba pasando?

Comentarios

  1. ¡Me has dejado completamente intrigada! Quiero saber qué le dice a ella. Seguiré leyendo <3

    ¡Un abrazo!

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