Cinco y media
Cinco y Media
Protagonistas: NaruHina
UA
Two/Three-Shot
Los personajes de Naruto no me pertenecen. El argumento de la historia sí.
Éste fic, lo publiqué hace años en FanFiction.net, pero es una remasterización hecha en 2 o 3 capítulos.
Era
una noche fría de invierno, los pozos de agua que se formaban en la
calle estaban congelados y por los callejones de esa urbanización,
tan sólo se oían sus pasos y sus voces mezclarse con el murmullo
del viento. A pesar de que no hablaban muy alto, sentían que hacían
mal por lo que cada vez, que su voz superaba el ruido de sus pasos,
callaban un momento y se sonreían.
Él
tenía las mejillas totalmente rojas y la punta de la nariz helada,
al igual que sus manos y su rostro. Impulsada por la necesidad de
protegerle, estiró las manos y le acarició las mejillas con las
palmas, queriendo calentar la zona por dónde ella pasara. Se alegró
secretamente de haberse puesto ese tipo de guantes, la otra
alternativa hubiera sido bastante poco práctica en una situación
así. El joven sorprendido la miró, pero no se apartó cuando la
tela algo áspera de los guantes le tocó las mejillas. En esa tierna
postura, estuvieron un largo rato, hasta que el le sujetó de las
muñecas manteniendo sus manos unidas a su rostro, cerró los ojos y
tomó una gran bocanada de aire antes de hablar...
- Hinata, quiero decirte algo...- su voz usualmente estridente y llena de vida, parecía dudosa incluso temerosa.- desde aquella vez que me viste llorar...- comenzó a hablar, su tono de voz iba decayendo a medida que la intensidad de sus sentimientos le delataban.- y te quedaste a mi lado... comprendí algo.- abrió los ojos y le clavó la mirada azul e intensa.
Ella
se quedó quieta, con el corazón encogido en el pecho y con una leve
idea de lo que iba a pasar, por lo que no pudo reprimir una tímida
sonrisa. Llevaba ese momento desde hacía tanto tiempo, que le
parecía prácticamente un sueño hecho realidad. A medida que Naruto
se iba preparando para hablar, la sonrisa le cubría más la cara a
ella, y un sonido de risa nerviosa le comenzaba a salir de los
labios.
- Te quiero...- soltó antes de que la risa de Hinata fuera más fuerte. Ella al escuchar eso le abrazó con fuerza, hundiendo su cabeza en su cálido pecho y apretando los brazos en su espalda. Naruto sonrió ante aquella muestra tan poco común en ella- siento...haber tardado tanto en darme cuenta de tus sentimientos. Perdóname.
Levantó
la cabeza de su pecho, aún con la barbilla apoyada en el, dibujo una
sonrisa y negó. Naruto le acarició la mejilla suave y sonrosada,
con la mirada le avisó y se acercó a sus labios hasta besarse. Sus
labios fríos, se calentaron por el roce y en cierto modo,
derritieron el frío que había entre ellos. Después del beso, se
fundieron en un ardiente abrazo, que tuvieron que finalizar cuando
las puertas de la mansión Hyuga se abrieron, y una criada salió a
recibirla. Ninguno de los dos se había dado cuenta, que entre risa y
risa habían llegado a la casa de ella. Avergonzados por el exceso de
cariño, se separaron y sonrieron con timidez a la criada, ésta tan
solo dio un asentimiento con la cabeza y le avisó que sus padres la
estaban esperando. Eso no podía significar nada bueno. Discretamente
miró la hora, eran las diez, algo más tarde de lo normal. Le pidió
a la criada que fuera a dentro, y cuando estaban solos se volvieron a
besar y sonrieron.
- Mañana a las cinco y media en el cerezo... ¿vale?- Naruto la volvió a besar y se marchó, dejando ya acordada la próxima cita que tendrían, aunque sin ninguna duda esa sería la duda para afirmar lo que los dos ya sabía. Ella asintió y le despidió con la mano sin contener la sonrisa.
La
criada esperaba pacientemente dentro del jardín, parecía bastante
nerviosa cuando Hinata se puso a su lado y comenzaron a caminar
juntas hacia la mansión. Ésta no decía nada, pero de vez en cuando
le enviaba alguna mirada angustiada, abría y cerraba los labios como
intentado decir algo, o lo que sería más probable, que a su manera
estuviera pidiendo permiso para hablar. No fue hasta unos cinco
intentos, que Hinata se dio cuenta de la demanda y le ofreció la
oportunidad de hablar...
A
medida que la mujer iba hablando, sentía que sus cuerdas vocales se
hacían un nudo, y que el aire le costaba entrar y salir por su boca.
No estaba muy segura de que expresión tenía, pero el rostro
compugido y algo culpable de la mujer, le dejó bastante claro que
era bastante negativo. Antes de cruzar el umbral de la puerta, se dio
pequeños golpes en la cara, intentó dibujar una sonrisa y pensar
una excusa lo suficiente fuerte para que no la regañaran. Cuando
tenía su cuartada preparada, tomó una gran bocanada de aire y
entró: Desde el recibidor, donde otras criadas le recogían la
chaqueta y maleta, se escuchaban las risas escandalosas de su padre,
primo y abuelo, además de otras tres que no reconoció, o que mejor
dicho, no quiso reconocer. Se adelantó a las criadas e irrumpió en
la sala, haciendo que todos los presentes dejaran de hablar y la
miraran. De los seis que habían ahí, tan sólo uno parecía muy
feliz de verla, y eso no le gustó nada.
- ¡Hija llegaste!- en cierto modo no supo si eso era una queja o una exclamación de alegría. Con su padre, jamás podía estar segura de nada. Tembló y supo que algo malo iba a pasar, cuando éste le estrechó entre su pecho. Ese comportamiento no era nada usual. Algo malo, algo muy malo iba a pasar- ¿Te acuerdas de los Señores Inozuka?- preguntó aún sin soltarle del abrazo de oso.
- Claro, ¿cómo me voy a olvidar?- sonríe algo incómoda por la efusión de cariño de su padre- Kiba, hacía tiempo que no te veía..- saluda al joven de cabello marrón y ojos oscuros, que la contemplaba con cierta admiración.
- Mucho, desde hace unos tres años...- dibujo una enorme sonrisa que le iluminó el rostro. Siempre había sabido, que aquel joven sentía algo por ella, al igual que todo el mundo sabía que ella amaba a Naruto. Pensar en el tan sólo le provocó una enorme sonrisa, que ilusionó al joven- Estás preciosa..-le alabó dándole un beso en el dorso de la mano.
Aunque
se le había cerrado el estómago al ver esa comitiva en su casa,
comió obedientemente mientras era observada por todos los presentes.
Se había olvidado, que ese día tenían una reunión muy importante,
algo que decidiría el destino de la empresa de telas Hyuga. A ella
no le importaba mucho el negocio familiar, era consciente que
estudiando Economías, tan sólo podría llevar la financiación de
la empresa, pero aún así, como futura sucesora hasta que su hermana
cumpliera la mayoría de edad, debía estar presente de todo.
No
había terminado de tomarse el primer plato, cuando comenzó a
escuchar palabras como “Boda”, “compromiso”, “primavera”
que comenzó a preocuparse. Dejó la cuchara en el plató y miró a
su padre atónita, esperando alguna explicación, después de todo
era consciente que ese matrimonio que estaban hablando no era para su
hermana de doce años, si no para ella que tenía veintitres. No
interrumpió la conversación, porque necesitaba escuchar más para
saber si podía rehusarse a aceptar, pero cuando todo terminó y los
adultos se dieron las manos, supo que ese era su fin.
¿Qué
iba a hacer con Naruto?
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