Perche ti amo: Capítulo 5
Capítulo
5:
Después
de aquella noche, una parte de su cerebro había decidido dejar de
darle importancia al tema de las amantes y al mismo tiempo, dejaría
de querer tener sexo con él. Una persona importante para ella, una
vez le había dicho que las cosas pasaban cuando debían de pasar, y
quizás, como muy sabiamente había dicho Itachi en su momento, ella
aún no estaba preparada. Quería dárselo todo, pero a lo mejor él
necesitaba un poco más de tiempo, y como ella tenía todo el
necesario, se lo iba a dar.
Las
discusiones en su casa había comenzado una vez más, aunque a
diferencia de las veces anteriores éstas era aún más violentas.
Siempre el mobiliario de la habitación donde estaban acababa
descompuesto, pero aquel día la destrucción llegó a la cocina,
salón e incluso a la entrada de su habitación. A pesar de que tenía
la música a todo volumen, las puertas y ventanas cerradas y se había
colocado estrategicamente dentro de su gran armario, aún podía oír
y sentir los estragos de la batalla. Quería huir, salir corriendo
como solía hacer, pero sabía que ese día sería mejor que se
quedara en casa. Sus padres cuanto más molestos estaban, más agudo
tenían el oído, y temía que si oían el ruido de la calle,
terminarían descargando su furia contra ella, por lo que, muy
sabiamente cogió el móvil y le envió un escueto mensaje a Itachi:
“¿Puedo
llamarte?”
“ Te
llamo yo”
Con
el móvil en la mano se quedó observando el mensaje. Itachi siempre
era una caja de sorpresa, y a cada día que pasaba le sorprendía
más. Sonrió y sintió un apretón en el pecho cuando el móvil sonó
y oyó su voz al otro lado de la línea.
La
conversación no fue como ella hubiera querido, tenía la esperanza
que al oír la pelea de sus padres le aconsejara ir con él, pero tan
sólo le daba consejos inútiles. Algo que siempre ella había
rechazado cuando días atrás se los había dado. Intentó no tener
en cuenta esos detalles, porque su voz se notaba muy cansada, incluso
parecía que en cierto modo le molestara que le llamara. La agradable
sensación que tenía en el pecho, poco a poco fue disminuyendo y se
terminó de apagar cuando rápidamente se despidió de ella y antes
de colgar se oyó como una voz femenina le hablaba y después el
ruido de la cama al apoyarse alguien.
A
pesar de que la discusión de sus padres había acabado hacía horas,
ella seguía metida en el armario, con un fuerte dolor en el pecho y
aguantando las lágrimas que se le amontonaban en los ojos. Aunque se
había jurado que las amantes no le importaban,era muy diferente
imaginarselas, que saber que existían de verdad. Desde siempre lo
había sabido, un hombre como Itachi debía tener muchas mujeres
locas por él, y más si era soltero y le gustaba el sexo. No tenía
motivos para sorprenderse, pero la frialdad con la que la había
tratado y esa fugaz huida le había herido muy profundo. Se mordió
el labio y apagó el teléfono, dejándose caer sobre el suelo frío
y el eco de una tormenta fuera.
Itachi
no cogía el teléfono. Había terminado haciéndose amiga del
contestador de voz y se había aprendido de memoria el mensaje que su
voz sexy decía cuando no lo atendía. Al principio no quiso darle
importancia, podía estar muy ocupado, después de todo era un
abogado muy bueno y lleno de trabajo, y más en las fechas anteriores
a Navidad. Desde lo más profundo de su corazón quería no
preocuparse, pero cuando recordaba la voz de aquella mujer,
simplemente no podía no hacerlo. Quería hablar con alguien, deseaba
poder contarle todo a Sakura, poder cambiar información con otra
mujer sobre su estado sentimental, pero era plenamente consciente que
nadie en su círculos de conocido lo aprobaría, por lo que estaba
sola con su dolor.
Su
número de teléfono había quedado recluido al final en la lista de
su móvil. Después de haberle llamado durante mucho tiempo y no
recibir noticias de él, prefirió olvidarlo,aunque en ese momento,
tan sólo podía pensar en él y en su calidez. Sus padres volvían a
discutir, pero tenía miedo de que si le llamara volviera a ocurrir
como las dos semanas anteriores, por lo que, aún sabiendo el riesgo
decidió salir. Ésta vez no escondida, sino por la puerta de la
entrada. A diferencia de los otros días, cogió su chaqueta y se
calzó unos zapatos, aunque cuando la nieve la golpeó en la cara y
el aire le saludó en las piernas comprendió que una simple chaqueta
no la ayudaría. Caminó mirando al suelo, sabiendo que a esas horas
nadie estaría por la calle. Estuvo andando durante mucho tiempo,
hasta que encontró un parque infantil y se colocó debajo del
tobogan. La nieve no le caía, pero el frío le seguía tocando, por
lo que como puedo se aovilló y abrazó a sus rodillas. Al hacerlo
sintió como algo pesado se movía dentro del bolsillo, metió la
mano y sacó dos llaves plateadas. Se quedó mirando el objeto
plateado y se mordió el labio intentado no luchar contra lo
evidente. Volvió a esconder las llaves y sin aguantar más rompió a
llorar, pegándose más a sus rodillas y buscando el calor entre su
propio cuerpo.
Estuvo
bastante tiempo aovillada, por lo que hasta que no levantó la cabeza
de sus rodillas no reparó de que alguien se había puesto a su lado.
Miró unas piernas largas cubiertas con un pantalón, para luego
encontrarse con el torso cubierto con una chaqueta seguido del rostro
molesto de Itachi. Al verlo hipeó pero no se movió.
-
Te dije que si volvía a ocurrir algo así vinieras a casa.- reprochó
claramente molesto y clavándole la fría mirada.- ¿Es que has
perdido las llaves?
Más
molesta que otra cosa giró la cara indignada y se volvió a esconder
entre sus piernas. Pudo oír como él gruñía molesto y se agachaba
para estar al mismo nivel de ella. Aún sintiendo su presencia a su
lado, no levantó la cabeza y tampoco dijo nada. No quería que su
voz rota delatara los sentimientos contrarios que tenían una batalla
en su interior: por una parte estaba feliz de que el hombre que amaba
estuviera ahí por ella, pero por otra parte, suponía que ya había
tenido suficiente con sus otras amantes, y ella era la secundaria. Se
mordió el labio y se escondió aún más.
-
Hinata, no te pongas difícil.- murmuró con cierto tono de
impaciencia. Ella no dijo nada.- Hace frío, está nevando y tienes
las manos azuladas… nos vamos.- No era una sugerencia, más bien
una orden.
A
pesar de que quería lanzarse en sus brazos y dejar que la llevara al
fin del mundo, se mantuvo obstinada en su lugar, hasta escuchó como
él gruñía y la levantaba en brazos. No tuvo tiempo de gritar o de
quejarse, porque en menos tiempo de lo esperado se encontraba en la
casa de él, con un jersey de lana puesto, una taza de chocolate
caliente y envuelta en kilos de sábanas.
Sorprendida
se quedó inmóvil en la cama, sintiendo como el cálido calor de la
esperanza iba subiendo por su pecho e iba descongelando el hielo de
su corazón. Todos los músculos de su cuerpo se relajaron y se movió
un poco, cuando el muelle de la cama saltó y la hizo recordar
aquella llamada y el sonido de fondo. Una vez más se quedo helada,
sintiendo como el eco del dolor volvía a resonar por su cuerpo. Miró
la cama asqueada y se levantó, buscó entre la oscuridad un rincón
solitario y se aovilló ahí. No quería estar en la misma cama donde
su amado había retozado con otra mujer que no era ella.
Envuelta
en su indignación, dolor y asco estuvo mucho rato tirada en la
esquina, no se movió hasta que la puerta se abrió y apareció un
Itachi recién salido de la ducha. Llevaba una toalla en la cabeza,
aunque las gotas de agua le chorreaba por el pecho desnudo y una
sensual y estrecha toalla le cubría su masculinidad. Aunque estaba
increíblemente indignada y molesta no pudo apartar la vista de su
hermoso cuerpo, y quizás fue un impulso infantil o una rabieta, pero
se levantó y se colocó delante de él. Cuando capturó toda su
atención comenzó a hacer aquello que siempre había querido: el
jersey de lana pronto quedó en el suelo, al igual que la camisa del
pijama cuando desabrochó el último botón que mantenía al cubierto
sus dos blancos pechos. Itachi gimió, lo que la alentó a que
siguiera. Sin apartar la mirada de él llevó sus manos a los
pantalones que pronto se los quito. Jadeó cuando encontró el deseo
en sus ojos, mientras que recorría su abdomen y sus pechos. Aunque
no le hubiera tocado todo su piel se erizo y el corazón ya le
comenzaba a martillar en el pecho. Esperanzada esperó un momento a
que él se moviera, pero al no ver movimiento bajó la mirada para
ver como sus manos se colocaban en sus bragas, luego le miró como
advirtiéndole lo que iba a hacer. El elástico de las bragas se
despegó de su piel, estaba apunto de comenzar a bajarlas cuando las
manos temblorosas de Itachi las detuvieron.
-
No.- pidió con la boca seca y las manos ardiendo. - Por favor .-
pidió en un hilo de voz.
-
¿Por qué?- quiso saber sintiendo el calor de las lágrimas llenarle
los ojos.
-
Porque…
Estaba
apunto de oír lo que tanto quería saber, pero antes de que él
pudiera hablar le besó. Necesitaba tener algún contacto con él, su
cuerpo se estaba helando y necesitaba notar algo que no fuera dolor.
A pesar de que Itachi estaba tenso le correspondió el beso con tanto
deseo como ella. Se fundieron en un apasionado beso, pero en ningún
momento él apartó las manos de las suyas que aún seguían
fuertemente cogidas en las bragas. Ambos jadeando se separaron,
mirándose a los ojos y en ellos, Hinata encontró desesperación e
incluso miedo.
-
¿Qué pasa?¿Por qué?¿Qué ocurre?- quiso saber desesperada y
separándose de él.- ¿Tan … poco atractiva soy?- los ojos de
Itachi se abrieron sorprendidos.
-
¿Por qué dices eso?
-
Entonces… ¿cuál es el problema?- gimió absolutamente rendida y
frustrada.
Él
se mordió el labio, se rascó el pelo mojado y después de parecer
estar luchando con algo que ella no entendía, se acercó y cogió la
camisa que estaba en el suelo. En silencio se la colocó y cuando
estaba totalmente cubierta le besó en la frente y le abrazó.
-
Aún no estás preparada.
Jamás
esas palabras le habían dolido tanto como ese día, pero no sentía
fuerzas para seguir luchando. Rompió a llorar, sin importarle quedar
en ridículo y sobre todo, sin que le interesara nada más que su
dolor.
No
supo en que momento se quedó dormida, tampoco en cuál él le abrazó
y la llevó a la cama. Lo único que supo fue que él paso toda la
noche a su lado, estrechándola entre sus brazos y susurrándole
palabras que no lograba entender. Al principio pensaba que era una
nana, pero cuando notaba que no estaba afinando recordaba que era él
quien cantaba y no su madre o la nana que la solía cuidar de niña.
En
ese estado de consciencia e inconsciencia estuvo mucho rato, hasta
que cayó en un sueño profundo y todo dejó de tener importancia.
Aquella
extraña nana que estuvo escuchando por la noche se repitió muy
temprano en la mañana. Sentía como Itachi le acariciaba con la
punta de la nariz y trazaba pequeños recorridos en su cara, para
luego terminar siempre en sus labios con un dulce beso. Durante un
rato fingió estar dormida, pero cuando él se separó y marchó de
la habitación abrió los ojos y se encontró sola, con el eco de la
puerta de la entrada cerrarse. Medio dormida se levantó y corrió
hasta llegar a la sala, ahí no estaba y fue a la cocina, donde
pegada en la puerta había un pequeño papel que ponía…
“Porque
te amo”
¡OMG! Muero con el capítulo este y ese final *^* —inserte grito de fangirl aquí—
ResponderEliminar¡Nos vemos!